Capítulo 26. Descubrimientos

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SIENNA

El horror me invadió mientras trataba de procesar las palabras de Aiden.

Rowan había herido a otro niño.

Le había hecho daño... mucho...

Mi dulce hijo, al que le encantaba cantar canciones infantiles y no sabía atarse los zapatos, le había roto el brazo a Nicholas.

Sin ponerle una mano encima.

No podía creerlo. No lo habría creído si no fuera por la mirada atormentada de Aiden.

Hacía media hora que se había presentado en la comisaría, y tuve que contener una oleada de lágrimas cuando el guardia me hizo pasar a la sala de visitas.

Ahora, ante la noticia del inquietante ataque de Rowan en el parque, algunas de esas lágrimas se escaparon de mi férreo control y recorrieron mi mejilla.

Me apresuré a apartarlas.

- Hay algo más —dijo Aiden con una mueca, sacando del bolsillo de su camisa un cuadrado de papel con muchos pliegues.

Sólo tuvo que desplegarlo una vez para que yo supiera exactamente lo que era.

Mi mano salió disparada y le arrebató el papel y lo metió debajo de la mesa.

- ¿Dónde has encontrado esto? —susurré en voz baja.

Las cejas de Aiden se dispararon:

- En la habitación de Rowan, en su mesa de dibujo.

Su mirada cambió a otra de decepción.

- Lo sabías, ¿no? Sobre estos dibujos.

Mi silencio era toda la confirmación que necesitaba.

Dejó escapar un silbido bajo.

- Sienna, ¿cómo no me lo has dicho?

- ¡Iba a decírtelo! Por si no lo has notado, ¡he estado un poco ocupada! —señalé a mi alrededor la sala poco iluminada de la cárcel.

Respirando profundamente, traté de controlar la ira siempre presente con la que había estado luchando todo el día.

- Lo siento, Aiden. Debería habértelo dicho en cuanto los vi. Todo pasó tan rápido.

La ira desapareció de sus ojos. Aiden negó con la cabeza.

- Eso no importa ahora. Lo único que importa es averiguar cómo está involucrado Rowan en todo esto.

- ¿Involucrado con qué? ¿Con Selene? Aiden, ¿cómo puedes decir eso? Es sólo un niño pequeño.

- Levantó a Nicholas sin tocarlo, Sienna. Lo cogió y lo tiró como un maldito saco de harina. No puedes seguir diciendo que es sólo un niño pequeño. Tenemos que protegerlo.

- ¿Lo sabe Enzo? —le pregunté.

- Probablemente. Está por todo Internet. Pero no puede acusar a Rowan de herir psíquicamente a alguien, así que al menos eso nos da algo de tiempo.

El papel seguía agarrado en mi mano. Sentía náuseas, pero tenía que saber qué había dibujado Rowan.

Furtivamente, manteniendo el dibujo bajo la mesa, lo desdoblé lentamente.

Una vez más, Rowan había dibujado la escena del crimen de Selene con una inquietante cantidad de detalles y habilidad.

Pero había diferencias.

Lobos milenarios (libro 5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora