2. Orientación

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La brisa corría. Levantaba de vez en cuando las malezas del lugar. En Inglaterra el frío aún no se presentaba por lo que el cambio repentino empezaba a notarse. Con tan sólo su varita en su gabardina y su bufanda en mano, había desaparecido de la mansión con prisa. De testigo tenía la sombría noche.

En el colegio cuando eran unos críos aquella palabrería sobre la sangre pura se le había hecho un tema de mal gusto. Dejando sin profundizar aquel tabú.

Sirius desde pequeño siempre fue tan audaz para meterse en problemas. Fue ganando seriedad con los años hasta hacerse el joven heredero modelo de su familia, a pesar de haber quedado en Gryffindor. Su madre no perdía oportunidad para dar a saber al mundo mágico de los logros de su hijo mayor. Gracias a ello, fue un gran lastre que empezó a desprenderse de su cuestionable amistad con Potter, según palabras de la Sra. Walburga. Dicen que cuando un hombre es delgado, su ego es lo contrario, bien el grupito no supo contenerlo y las competencias no eran cosa de niños, sino que se volvió en demasía personal. 

No maduro porque se lo pedía su familia, o no. En realidad sabia de sobra que la adrenalina de Sirius era vencer a James en cualquier minúscula cosa. Y llego a un ultimátum cuando supo del interés amoroso de su consentido Regulus. Potter era el blanco perfecto de las bromas pesadas de la mente cuestionable cuerda del heredero Black. 

¿Qué si abogue por un bando? 

Bien, si no estaba enterado del motivo de Narcissa de su huida tan repentina, de no ser por una carta que le mando Lily contándole de su romance escandaloso, poca presencia e interés tenia en conflictos de tal magnitud. 

Se supone que cuando uno decide casarse no es solo con él novio... dentro del acuerdo incluye a su familia. Pero comprensión, los escándalos que salían a flote cada que había un evento aristocrático solía dejarlo que pensar. Claro, que sus ex-suegros poca relevancia le tomaban. 

Y así terminaban por cambiarle de tema y envolverlo con otro. Sirius podía regodearse de tenerlo cada que sus labios pronunciara su nombre. 

Tampoco es como si se tomara la molestia de fijarse en alguien más a parte de Sirius.

Si lo pensaba unos segundo, hubo alguien. 

Detuvo sus pasos, hincándose tomando asiento. 

Sin embargo, pensó que era grandioso que su imposible se hiciera tangible. 

No se veían indicios de llanto ni pena en sus facciones. Sus manos temblaban, en su pecho se podía ver como subía y bajaba con frenesí. Por lo que podía sentir no se encontraba desilusionado por no poder cumplir con el requisito irrevocable para estar junto a Sirius sino que estaba furioso. 

Sí, furioso consigo mismo.  

Se auto convenció de moldearse para conseguir al supuesto imposible soltero codiciado del colegio Hogwarts. 

¿De que le servía haberse cortado su cabello cada tanto para mantenerlo impecable? 

Tuvo un tiempo la idea de hacerse alguna perforación pero no fue grato, ya que dañaría su imagen de pulcro, así que esa idea se fue como llego. Pintarse tan siquiera el rostro u cabello inaceptable. 

¡¿Acaso era un especie de mueble  que adornaría la habitación de su marido y de vez en cuando la sala de estar de la mansión Black?!

No. Coincidía en algunas cosas, pero entonces porque su suegra se tomaba la molestia de elegir su guardarropa, de elogiarlo cuando hacia algo bien, lo que mas le alegro fue que tan pronto se graduará contraería nupcias y se dedicaría a estar para su familia, esposo, padre, yerno y por supuesto... mueble. 

Pero, que estúpido. 

¿De que le servía su maestría y ser el mas joven de su índole...? Si lo glorioso, según su estúpido corazón... ¡Era ser esposo del codiciado Sirius Black!

En eso, en su solapa salió el sello personal de Sirius, la orquídea. Flor que solo suele darme en ocasiones según muy propias para su relación. 

Arrancándola de tajo, la pulverizo entre sus palmas, una vez acabada la masacre, soplo. Viendo como la misma brisa que le helo la piel cuando recién llego, se llevaba aquella silenciosa disculpa de su ex-prometido. 

Transfiguro su pijama, por algo más acorde al lugar, no quería que lo vieran en tremendas fachas. Su bufanda la incendio. Esa que le había regalado en su 3er aniversario. 

Con la educación que presume, con todo cariño y respeto pronuncio; -¡Va te faire enculé! 

Con la educación que presume, con todo cariño y respeto pronuncio; -¡Va te faire enculé! 

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Continuará...

Tic Tic Tac - SniriusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora