Capítulo 3

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Segundo trimestre y Frankie sentía que estaban aún a principios de año. El tiempo transcurría rápido. Pero algo sí había cambiado. Ella se dirigía hacia la biblioteca escolar, para su habitual "sesión de estudios" o eso pensaba que era. Los primeros días del mes ese era su objetivo, pero después de unos días, se percató de que cierta joven castaña también asistía esas horas a la tarde para estudiar.

El primer día que la había visto, casi decide salir corriendo de la biblioteca. Cleo simplemente se encontraba con el libro de Biología en sus manos, en una de las mesas del fondo, completamente concentrada en los estudios. Desde ese entonces Frankie siempre acostumbraba a asistir a esas horas, aunque los primeros minutos normalmente se dedicaba a mirarla un rato, y no entendía por qué. Después de unos segundos el libro llamaba su atención y comenzaba a hacer lo que debía, estudiar.

Esa ya era su rutina cotidiana. Al llegar hoy, encontró a Cleo en la misma mesa de siempre. Su cabello amarrado en un moño y algunos mechones de su cabello le caían desordenados en el rostro, garateaba en su cuaderno y de vez en cuando arrugaba la nariz o se mordía la lengua, cuando no comprendía algo.

Eso fue mucho para la pelinegra, quién duró unos minutos más de lo normal observándola, hasta que por fin se obligó a mantener sus ojos en el libro de texto. Frankie estaba en una mesa apartada de ella y debía estudiar.

Mañana tendrá un examen de inglés y esa era su peor materia. Ella lograba pasar las asignaturas con notas aceptables mientras que Cleo era una de las mejores estudiantes del salón, considerando que las dos duraban las mismas horas estudiando en la biblioteca.

Cuando por un segundo la materia la venció, suspiró audiblemente y abrió su libro de dibujos. Se perdió en su mundo dibujando lo primero que le llegaba a la cabeza. Duró casi media hora así y de un momento a otro sintió a alguien detrás. Volteó asustada y se encontró con una despreocupada Cleo, que observaba su dibujo.

- Tú... ¿Qué haces allí? - preguntó, y al ver que la castaña no dejaba de mirar el dibujo, intento cubrirlo con los brazos ya que no le gustaba que vieran sus dibujos.

Era como si husmearan su diario, aunque no tenía uno.

- Dibujas bien - comentó entrecerrando los ojos, intentando ver la hoja que Frankie cubría. - ¿De quién son, los ojos?

Cuando preguntó aquello, Frankie sintió como si su estómago caía. Alzo los brazos y observó, horrorizada, que era cierto lo que dijo la otra chica. Plasmado en la superficie blanca había unos ojos delicados y con algunas sombras en el iris. Sus cejas eran delgadas, el color de los ojos de una intensa tonalidad de oscuras y de inmediato Frankie, aunque el dibujo fuese en blanca y negro, puedo imaginarlos de un azul cálido y profundo. Apretó los puños, frustrada, y volteó a ver a la chica, un poco irritada.

- De nadie, me los acabo de inventar -sonrió falsamente y Cleo pareció creerle.

Se acercó más a ella y sujetó el cuaderno de actividades de Frankie, antes de que la pelinegra pudiera hacer algo al respecto.

- Eres mala en inglés. Así no se escribe "Photograph" - le indicó, alzando una ceja y Frankie se encogió de brazos.

- El Inglés no es lo mío.

- Pero no es difícil, deberías poner más atención en clase, y no distraerte haciendo dibujos - tenía un punto y Frankie se quedó en silencio, esa chica sabía cómo sacarla de sus casillas.

- No importa. De todas formas, suspenderé el examen - le dijo volviendo a lo suyo, sorpresivamente Cleo colocó el cuaderno en la mesa y se inclinó hacia ella, para hacer un ejercicio.

- Aquí... es "foot" no "food". Una simple letra puede cambiar el significado de la palabra - comenzó a hablarle mientras escribía, su letra era hermosa y sus manos muy pequeñas y delicadas.

La chica con el rostro sereno y la blusa blanca parecía un ángel. Frankie la observó durante unos segundos, pero después comenzó a escuchar lo que explicaba e increíblemente lo entendió.

- Oh, ahora tiene sentido - dijo abriendo los ojos, la castaña rodó los ojos.

- Deberías de ser una tonta, para no entender - dijo, antes de apartarse y volver a observar a Frankie a los ojos.

La pelinegra comenzó a sentirse nerviosa por el escrutinio de la mirada.

- ¿Qué? Ya me insultaste, así ya puedes irte - le retó y los ojos azules de cleo comenzaron a arder.

- Claro, cuando también te ayudé.

- Pero no por ser amable - devolvió, cruzándose de brazos.

- Cierto. Lo hice porque me estaba dando lástima las estúpidas caras que hacías, al no entender nada. - confesó inconscientemente y con eso dejó a Frankie muy sorprendida ¿Ella la estuvo observando? - Por esa razón, tú y tus amigas están como están.

Al momento de escucharla, la sorpresa (Y bueno, sí. La pequeña emoción que había sentido al escuchar aquello pasó a ser rabia. Se levantó y enfrentó a la castaña.

- Si estamos así es por culpa de tus amiguitas y los imbéciles del salón, que no saben cómo tratar a la gente - le dijo en la cara y por un momento la castaña se apartó de ella.

Habían terminado muy cerca de la otra y Frankie se sentía avergonzada por ello, intentó no demostrarlo.

- No es nuestra culpa que ustedes sean un blanco fácil. De todos modos, yo nunca hago nada - se defendió, dándose vuelta.

- ¡Pero burlarte de nosotras y no hacer nada al respecto es casi lo mismo! - gritó a sus espaldas y Cleo simplemente la fulminó con la mirada, antes de tomar sus cosas y salir de la biblioteca.

Frankie suspiro frustrada, dejándose caer en la silla. No entendía el por qué, pero, Cleo de Nile la colocaba de los nervios. Y lo peor era aquel... ¡Aquel maldito dibujo! No tenía idea de lo que había pensado al dibujarlo, pero definitivamente no en Cleo.

Ella era la niñita mimada de papá al igual que hace unos meses atrás en el primer día de clases, volvió a comprobar su teoría. Esa chica definitivamente era una estúpida, al igual que sus amigas.

Rivales - ClankieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora