Los días siguieron pasando, y Carlos seguía sin aparecer, aunque ya había hablado con él por teléfono, una conversación sencilla, estrictamente de trabajo, sin muchos detalles la verdad.
Le dijo que estaba bien, que regresaría una día antes de la cena de fin de año para terminar los preparativos y que lo vería hasta la dichosa cena.
Charles le dijo que estaba bien, pero espero pacientemente a que Carlos hablara sobre el otro tema, pero no lo hizo, al menos no como le hubiera gustado.
Se conformo con decir "Quiero presentarles a alguien" antes de seguir hablando de negocios.
Y Charles no podía sentirse más ansioso.
Ni siquiera salir de fiesta lo había ayudado con esa ansiedad, de hecho, la había empeorado, porque siempre salía de ellas enojado luego de beber, aunque sinceramente ya no sabía si era por el misterio innecesario de Carlos o porque creía que nunca más iba a poder volver a Sergio.
Al final, concluyó que era por ambas.
Lo único que ese día lo calmaba un poco, era saber que por fin iba a poder hablar con Carlos, pues afortunadamente la famosa cena de fin de año ya había llegado.
En ese momento justo se encontraba cruzando las puertas del enorme salón que habían rentado para la ocasión, o bueno, si es que se podía llamar rentado porque pertenecia a la familia de Carlos y habían recibido un muy generoso descuento del cien porciento.
Pero eso era lo de menos.
Al terminar de adentrarse en el lugar, se sorprendió del buen trabajo que Max junto a Carlos había hecho, eran buenos planeando cosas y eso le alegraba, al menos en eso no había tenido que ayudarles.
Una sonrisa se plasmó en su rostro cuando diviso a Max a la distancia.
—¡Max! —lo llamo con entusiasmo, alegre de mirar una cara conocida — ¿Cómo estás?
Uso un tono amable, bastante, pero el rubio no parecía querer imitar su tono, no, más bien parecía atareado.
—Ahora no, Charles. Estoy ocupado recibiendo a los invitados.
—Bueno, afortunadamente soy uno de ellos.
Max dejo de analizar su alrededor para verlo con una ceja arqueada y una expresión inflexible.
—No, tu eres un socio, y se supone que debes estar ayudandome.
Charles resoplo.
—Ya todo está organizado, ¿Que más quieres?
—Ah, cierto, olvide agradecerte por tu generosa ayuda con la organización. Gracias, principe de Mónaco —pronuncio cargado de sarcasmo.
Charles rodó los ojos.
—No voy a recibir a los invitados.
—Ya lo sabía, por eso te pido que dejes de joder y te vayas por ahí. Ya bastante tengo con que mi padre este aquí y que Carlos me haya dejado todo el trabajo a mi.
Ante la mención del español, Charles no pudo evitar sentirse emocionado.
—¿Carlos? ¿Ya está aquí?
Max resoplo sin paciencia.
—Llego desde hace horas para dirigir la organización del mueble, debe de estar en su mesa, ve con él anda.
Aunque se sintió ofendido por la manera en la que Max se dirigía a él, como si de un niño se tratara, no replicó ni nada, simplemente se limito a buscar la mesa de Carlos para finalmente verlo después de casi un mes y medio de separación.
Y cuando reconoció su espalda y melena a lo lejos, apresuró de inmediato su paso hasta llegar a él.
Colocó su mano sobre su hombro para llamar su atención y este se giro sorpresivamente rápido sobre sus talones.
—Ah, eres tu —dijo sin embargo.
—Hombre, cuánta felicidad te da verme después de mes y medio. Joder, tranquilízate.
Carlos rodó los ojos sonriendo para luego darle un rápido abrazo a Charles a modo de saludo.
—Ya, ya. No seas dramático.
—Es que es enserio, que persona tan fría eres, eh.
—Estaba esperando a alguien más, por eso me decepcione un poquito cuando ví que eras tu.
Charles asintió, fingiendo dolor mientras llevaba una de sus manos a su pecho.
—Ah, vale, luego de tu explicación ya me siento mucho mejor. Gracias.
Carlos chasqueo su lengua, sacudiendo por el hombro a Charles.
—Como jodes, enserio.
El castaño sonrió, alegre de volver a bromear con su querido amigo.
—Max me lo dice mucho.
Entonces, Carlos soltó su hombro para llevar su mano a su nunca, cambiando su semblante alegre y nervioso a uno preocupado, pero aún nervioso.
—Ay... Max...
—Si, me dijo que le dejaste todo el trabajo —intento bromear el castaño, pero solo logro que la expresión de Carlos se preocupara más.
—Si, joder, lo deje solo. Ahora tiene que lidiar con toda la organización solo y además con la asistencia de su padre.
Charles hizo una mueca.
—Tambien lo mencionó, pero supongo que no debe de preocuparse de nada, el evento luce perfecto.
Carlos asintió, no muy de acuerdo.
—Si, pero ya sabes cómo es su padre, nada es suficiente para él. Solo espero que, al menos por esta noche, lleven la fiesta en paz. Ya luego me disculpare con Max.
Eso hizo que Charles sonriera de nuevo.
—Si, eso me hace preguntarme... ¿Por qué razón dejarías todo en sus manos? Tu eres un obsesivo por el orden, ¿Estás bien con que alguien más dirija esto?
El párpado de Carlos tembló ante la posible idea de que nada salga como él quiere solo porque no es él quien la dirige, pero se tranquilizó al instante.
—Confio en Max.
—¿Si? ¿A qué se debe tanta confianza eh?
—Eh... bueno, es complicado...
Charles ensanchó su sonrisa.
—¿Tiene que ver con esa persona que nos querías presentar? —se aventuró a preguntar, ganándose una expresión avergonzada de Carlos.
—Maldicion, Charles, eres un chismoso.
—¿Tengo razón?
Carlos desvió la mirada, sintiendo su nuca caliente.
—Carajo, si, la tienes.
"Bingo" pensó el castaño.
—¿Y entonces...?
—¿Entonces que?
—¿Dónde está? —pregunto el castaño, como si fuera obvio.
El español suspiro.
—Ahora mismo fue a echarse agua en el rostro, dijo que no se sentía muy bien, solo espero que no empeore.
—¿Entonces ya está aquí?
Carlos asintió.
—Si, llegó conmigo —respondió, antes de desviar su mirada más allá de Charles, justo a una persona detrás de él —... de hecho, ahí viene su amigo.
Murmuró preocupado.
Y como Charles sentía genuina curiosidad, siguió la atenta mirada de Carlos solo para encontrarse con la persona que menos esperaba encontrarse.
Y, quizá, lo mismo era para la otra persona.
—¿Charles?
El mundo era jodidamente pequeño, eso lo sabía él mejor que nadie.
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El Deseo Es Una Persona -(Checlerc)
FanficCharles nunca en su vida se había enamorado, de hecho, dudaba que lo que sentía en ese momento fuera amor, lo sentía más como un deseo asfixiante. Charles anhelaba más que nadie que ese pecoso ingenuo fuera suyo, tan suyo que nada pudiera quitárselo...