Capítulo 2

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Brandon Stark podía verse como un joven niño desafortunado. Debido a una caída demasiado extraña (al menos para los habitantes de Invernalia) el chico había perdido el uso de la parte inferior de su cuerpo, algo que había mantenido al muchacho en un estado deprimido durante un tiempo, al menos hasta que Tyrion Lannister le proporcionó una forma de montar nuevamente lo que avivó los ánimos del joven Bran, quien pronto procedió a volver a cabalgar de una forma "normal".

Aunque debido a la creciente enemistad entre los Lannister y la guerra en el sur, el trabajo de Brandon se había centrado en la de Señor del Norte, el Señor de Invernalia en ausencia de su madre y su hermano mayor, quien fue nombrado como Rey en el Norte y un traidor a la corona e intento de usurpador, aunque el único interés de los norteños y los señores fluviales era solamente la independencia, la marcha de los Siete Reinos y ser regidos solamente por Robb y su descendencia.

Como Señor de Invernalia y siendo ayudado por Ser Rodrik y el maestre Luwin, Bran había estado recibiendo a los señores del norte en los salones de Invernalia a petición de ambos para actuar como una especie de Mano del Rey, pues los señores y habitantes del Norte habían acudido a Invernalia a por ayuda y consejo y a que el Señor de Invernalia interviniera en los asuntos de su pueblo.

Por supuesto, Bran no actuaba solo al tomar una decisión. Su madre Catelyn Stark no había viajado al sur dejando desprovista a Invernalia de un gobernante. Bran apenas contaba con diez años. Era un pequeño niño sin la funcionalidad completa de su cuerpo y siempre acompañado por Verano. Como Señora de Invernalia, Catelyn se había encargado de asegurar de que las decisiones no recayeran sobre los hombros de alguno de sus hijos. Podrían ser futuros abanderados de Robb, pero no estaban listos a ojos de su madre.

Debido a ello las decisiones importantes que implicaban a Invernalia y la gestión de los recursos con estaban supervisadas siempre por el maestre Luwin y por Ser Rodrik. El viejo caballero era, con la falta de lady Catelyn, el castellano de Invernalia.

Tanto Verano como Bran habían estado prestando los últimos días mucha más atención al invitado especial de Invernalia que a los asuntos de los señores, e incluso muchos señores hablaron sobre el extranjero que era acompañado por algunos hombres de Invernalia en su estadía, ahora con unas ropas mucho más adecuadas para su para su tiempo en las tierras al norte del Cuello, siendo lo único destacable del hombre su cabello y sus ojos, dos características que no eran pertenecientes a personas descendientes de los Primeros Hombre, de aquellos seguidores de los Dioses Antiguos.

El extranjero se había vuelto un tema recurrente en la corte de Invernalia hasta el punto de que una carta fue enviada a las tierras fluviales, a Aguasdulces, el actual punto de encuentro de las fuerzas del Joven Lobo y sus abanderados, informando sobre la presencia de una persona del otro lado del Mar Angosto, de tierras tan lejanas que no son conocidas por los maestres de la Ciudadela o al menos no había información demasiado fiable, si le preguntaban a Luwin.

El maestre de Invernalia había pedido toda la información posible sobre aquellos habitantes más allá de Essos, aquellos que vivían en las tierras inexploradas de oriente. Y la que le fue enviada, podía ser considerada como una fábula, una historia para contar a los niños durante las noches, para maravillarlos. Según los libros que fueron utilizados para obtener la información, los hombres y mujeres que vivían en oriente al otro lado de las zonas inexploradas, tenían costumbres extrañas, rituales en los que los primogénitos eran colocados al servicio de los "Nueve", como eran llamado los principales cultos de aquellas extrañas personas, siendo casi similar a los Siete.

Las personas al otro lado de Essos y las Tierras de las Sombras, contaban con innumerables dioses, como el extranjero le había mencionado al viejo maestre, sin embargo, existía el culto de los "Nueve", donde los hijos primogénitos eran enviados al servicio de uno de los cultos, así como educados y entrenados como cualquier hijo mayor. La diferencia que estos primogénitos tenían con los primogénitos de Poniente, además del hecho de ser formados por sacerdotes extraños, era que perdían todo derecho a obtener alguna riqueza de la familia, pasando la sucesión al segundo hijo o hija de la familia.

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