Capítulo 14

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Las gradas de la arena estaban repletas de señores menores, comerciantes y plebeyos que fueron a ver el enfrentamiento campal de los participantes aquel día, con la intención de obtener ganancias al apostar por algunos de los señores y caballeros que estaban participando en la batalla de todos contra todos que iba a dar inicio con las festividades por la boda de Joffrey Baratheon y Margaery Tyrell, los cuales estaban en un balcón alto acompañados de cuatro miembros de la Guardia Real, la Reina Regente, la Mano del Rey y algunos miembros del Consejo del Rey que acompañaron al rey y su futura esposa, siendo dos de las personas que acompañaban a los reyes el hermano mellizo de Margaery (Loras) y su padre, el señor de Altojardin, quien a su vez estaba acompañado de su señora esposa y su madre.

Los hombres en la arena servían a distintos señores o eran simples mercenarios y espadas juramentadas que se movieron a Desembarco del Rey a por un poco de fortuna y algunos dragones de oro, así como la posibilidad de unirse al servicio de algún señor que estuviera mirando las distintas competiciones que se iban a llevar a lo largo de los quince días de festivos, donde en el último se llevaría a cabo la boda del joven rey de los Siete Reinos.

Una batalla campal era un enfrentamiento sencillo y, a la vez, mucho más complicado que una justa o una competencia de tiro con arco. Dentro de la arena y de la batalla siempre habría un número elevado de participantes, lo que solía elevar ese número a cien o doscientos hombres que peleaban con sus armas desenfundadas, aunque con la hoja roma con la intención de no asesinar a alguno de sus adversarios. Pero tanto la audiencia como los competidores sabían que podían recibir heridas mortales y morir en el enfrentamiento. Casos como perdida de dedos, gangrena o cualquier herida grave era lo usual en las batallas campales y nadie podría ver quien era realmente el culpable en la maraña de cuerpos embutidos en armadura que pelearían constantemente.

En esta ocasión, había un total de doscientos cincuenta hombres en la arena, esperando la señala para que se lanzaran directamente al enfrentamiento con las armas en ristre, clara intención la de ellos de obtener la victoria al vencer a sus adversarios, algo que últimamente se llevaba la gente con poderes extraños, como pasó en la competencia de la Mano del Rey que el difunto Rey Robert realizó hacía dos años, antes de morir.

No había un solo hombre que no estuviera llevando una armadura sobre su cuerpo, mostrando algún blasón o color característico que lo asociaba con alguna casa o agrupación, como era el caso de algunos hombres Lannister o Capas Doradas que habían tomado la iniciativa de pelear en aquel enfrentamiento. Solo las espadas juramentadas y los mercenarios ocultaban sus símbolos en todo momento o, si los mostraban, nadie parecía reconocerlos incluso siendo algunos de ellos realmente famosos, aunque fuera al otro lado del Mar Angosto, en Essos.

Pero en aquella dentro de todo aquel grupo de hombres, había uno que se destacaba. No era por su tamaño (pues apenas pasaba el metro ochenta) ni por su corpulencia (se veía que estaba bien físicamente, pero no podían compararlo con hombres como Gregor Clegane), sino que lo que llamaba su atención era la armadura que había tomado para cubrir su cuerpo y su rostro.

Al completo, la armadura era de un color negro como la misma obsidiana, sin ornamenta o detalles que pudieran señalarlo como un miembro de algún grupo mercenario o al servicio de un señor mayor o menor que hubiera tomado su espada. Era una armadura completa, con el casco también de un negro obsidiana que cubría el rostro de la persona que la llevaba y se mostraba imponente cuando alguien pasaba demasiado tiempo mirándola, dejando una fría sensación en las personas que se mantenían firmes demasiado tiempo.

Y esa era la intención.

El caballero negro sabía que estaba siendo observado y parecía disfrutarlo, parado en medio de todo el conjunto de hombres y las miradas furtivas de sus enemigos y de la audiencia, quienes probablemente especulaban sobre su identidad, lo que sería mucho mejor cuando la revelara en el momento de ganar aquella competencia.

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