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Narrador omnisciente.
Dentro del apartamento de Polignac, Stella, Keila y Roi se infiltraron con la emocionante tarea de colocar cámaras ocultas. De repente, una pelota rebotó contra la mesa, haciendo que el trío se girara al unísono. Frente a ellos, un perro curioso los observaba. Keila, asustada volteó a ver a Stella. El perro ladró, provocando un leve sobresalto entre ellas. Stella, agarró la pelota y la lanzó, retomando la misión.
—¿Te llega la señal?—Pregunto Keila a Damián al colocar una cámara.—Te tengo.— Respondió. —¿Me tienes?—Pregunto lo mismo Stella.—Te tengo.—Respondió este nuevamente.
Luego de terminar, estaban a punto de salir cuando Roi escucha las llaves frente a la puerta. —Escóndete.—Le avisa este a Keila.—Joder, viene alguien.—Le avisa a Stella, lanzándole un abrigo rosa, ambos se metieron debajo de la cama.
Polignac entro, y era una subestimación decir que los tres estaban nerviosos.
Roi y Stella estaban debajo de la cama, intentando mantenerse lo más callado posible, hasta que ven la misma pelota azul de antes, rodar frente a sus narices.
Stella le hizo un gesto para que haga silencio, mientras Roi pensaba en que hacer. Luego de unos segundos de silencio pensaron que todo estaba en orden, esto fue hasta que el perro comenzó a tirar del vestido de Stella.
Stella lo miró en apuros, Roi tiró la pelota hacia adelante y el perro los dejó en paz.
Luego, como si el destino estuviera en contra de ellos, un chihuahua comenzó a tirar de la mano de Roi. Este le lanzó una mirada a Stella queriendo decir "No puede ser.." Está solo puso sus manos en su cara y suspiró cansada.
—Está fuera.— Aviso Damián. Stella frunció el ceño al ver a Keila con unas botas negras y largas.—¿Dónde es el desfile, Kei?— Stella río y Keila soltó una risa temblorosa por los nervios que estaba sintiendo anteriormente.
