Tres

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Los lazos que hacía Danielle eran inseguros, llenos de miedo. Sus delgadas manos temblaban. Tranquilízate; se murmuraba mentalmente.

-¿Todo bien?. preguntó Haerin desde el taburete.

Estaba desnuda, una delgada tela la cubría. Parecía una diosa griega, o lo era.

-Sí- respondió en seco.

Sus ojos viajaban de Haerin al lienzo repetidas veces, tratando de imitar sus curvas. Quería que quedara perfecta, no sólo por la calificación, sino también porque Haerin era perfecta.

Un suspiro se escapó de sus labios, se moría por tocarla. Era la primera vez que hacía un retrato nudista, aunque no era la primera vez que veía a una mujer desnuda. Desde pequeña que su sexualidad estaba clara, le atraían las niñas, su cuerpo era digno de admirar y recorrer. Inmediatamente pensó en el cuerpo de Haerin y su garganta se secó.

Levantó la mirada para crear el boceto y se quedó sin aliento. La pose en la que estaba la hacia ver preciosa, sus curvas resaltaban, sus pechos se veían pequeños. Sus labios estaban entreabiertos y un ligero sonrojo cubría su blanquecino rostro.

-Mueve un poco tu brazo hacia la derecha- murmuró Danielle.

-¿Cómo?- preguntó Haerin con una falsa inocencia.

Danielle tragó en seco y se paró del taburete. Caminó a pasos lentos hacia su musa, por cada paso que daba su corazón latía frenéticamente.

-Así- tomó con delicadeza su brazo y lo acomodó a un lado. Su toque quemaba.

Las mejillas de Danielle se tornaron en un carmesí, el roce entre sus cuerpos se sentía cálido, Haerin estaba caliente. Sus ojos se conectaron por una milésima de segundo, haciendo que un escalofrío recorriera su cuerpo. Sus ojos viajaron a su cuerpo; mala idea.

Poco a poco su respiración se entrecortaba. Su piel desnuda se veía tentadora, sus venas se marcaban, algo que a Haerin desde pequeña le acomplejó pero a Danielle le parecía hermoso. Su cuerpo parecía esculpido por ángeles, sus ojos se cerraron ante la mirada de Danielle. Tragó salida para luego darse media vuelta y volver a su trabajo.

(...)

Las horas pasaron y se daban pequeños descansos en los cuales Haerin se colocaba una bata e iba al baño a lavarse la cara y hacer sus necesidades, mientras que Danielle buscaba aclarar su mente; era un caos. No podía dejar de pensar en aquella morena piel traducida, era tentadora.

Sus ojos cafés podían traspasarla como mil cuchillos al mismo tiempo, y sus labios, sus jodidos labios, quería ir y besarla ahí mismo. Danielle se fijaba en cada detalle para que la  pintura quedase bien; sus dedos eran largos y delgados, su cintura y cadera formaban un arco perfecto, sus pechos eran pequeños y redondos. Recordaba cada parte de su cuerpo a la perfección. Tan sólo recordarla podía sentir como se humedecía lentamente.

Paint me (Daerin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora