Ocho

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Los rayos del sol se filtraban las livianas y blanquecinas cortinas, el piso de manera rechinó ante el primer paso de Haerin, Danielle alzó la mirada y sonrió como si fuera la primera vez que sus ojos se encontraban.

-Hola- murmuró Danielle mientras acomodaba los pinceles con una sonrisa tonta en el rostro.

-Hey ¿qué tal?- preguntó la menor entrando a la sala.

La sala era bastante pequeña, se podía sentir el calor humano, por lo que era bastante cálido.

Danielle dejó los pinceles a un  lado para correr a los brazos de Haerin como si fuera la última vez; quizás lo era.

-¿Cómo estás? Te extrañe- murmuró con una sonrisa melancólica.- hoy es nuestra última sesión.

Hoy era la última sesión para que Danielle terminara la pintura.

-Sí...- murmuró Haerin con una mueca en el rostro.

Danielle prefirió no decir nada, quizás el destino las juntaría nuevamente, sin embargo, notaba a Haerin extraña, no estaba como de costumbre, sim embargo, omitió.

-Acomódate ahí- Dio la orden mientras apuntaba al tapete que estaba en el centro- sí, justo ahí.

Haerin ya no tenía vergüenza alguna, ya había estado a completo merced de Danielle, y podría estarlo mil y una veces más.

Danielle se sacó la vestimenta y la dejó en un rincón, junto al caballete. Se acomodó en el tapete y esperó a que Danielle le indicara que hacer.

-Tu mano...- caminó hacia Haerin, y posó sus finos dedos alrededor de su muñeca, acomodándola a un costado.- perfecto.

Volvió a su lugar y mojó los pinceles sintéticos, para luego abrir los acrílicos y dejarlos a un lado.

Las horas pasaban y Danielle seguía pintando, sin embargo, estaba dando los retoques finales.

Estaba orgullosa de su trabajo.

-Listo, terminé-

Danielle había terminado su mejor obra de arte.


Paint me (Daerin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora