Cuatro

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La mente de Danielle era un  caos, un caos lleno de colores. No podía dejar de pensar en la figura de la contraría, era una diosa griega. Aquellas curvas hacían que su corazón latiera con frenesí. Su centro  estaba húmedo y no sabía cuanto más podría aguantar. Haerin volvió del baño, dejó la bata a un lado y acomodó su cuerpo tal y como Danielle ordenó; sentada, su mano izquierda a un costado y su brazo derecho encima de su cabeza, la tela cubría su cuerpo sin embrago se traslucía dejando ver su cuerpo marcado, enloqueciendo a la rubia.

-Mueve un  poco tu cadera- murmuró Danielle observándola desde su taburete. Recién llevaba el contorno de su cuerpo curvilíneo, era perfecto.

-¿Así?- preguntó moviendo su cadera a un costado.

Danielle asintió.

Mojó sus pinceles y los pasó por el acrílico, sacando un poco de color café para empezar a retratar el cuerpo de Haerin. Su mirada viajaba constantemente del lienzo al cuerpo de la contraria, unos cuantos suspiros salían de sus labios.

-Me duele- Un quejido salió de los labios de Haerin, la posición le estaba cansando.

Danielle entró en alerta al escucharla, dejó los pinceles a un lado y caminó hacia ella.

-¿Estás bien?- preguntó con preocupación. Su ceño se frunció y examinó el cuerpo de la contrario.

-Sí- murmuró suavemente.

Haerin tomó la mano de Danielle y la posó en su cadera desnuda.

-Me duele ahí- mencionó.

La piel de Haerin se sentía cálida, los ojos de Danielle viajaron hasta los de ella, sentía que se derretía bajo esos ojos chocolate. Bajó hasta sus labios, rojos y carnosos, Haerin los mordió y Danielle no aguanto más; cayó en la tentación.

Paint me (Daerin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora