Ep2: Relajante

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Vegas POV

La última vez que estuve en un bar tenía veintiuno y acababa de perder mi primera pelea amateur, nadie me conocía en aquel entonces, podía darme el lujo de ir a cualquier parte sin que se convirtiera en noticia nacional, estaba en un mal lugar mentalmente, después de abandonar todo lo que mis padres planearon para mí a los dieciocho y aventurarme a cumplir mis propios sueños, la derrota se sintió como un balde de agua fría.

Ahora con treinta años y una carrera sobre mis hombros, se sentía como una pequeña victoria regresar al mismo lugar sin sentir la desesperación en mi pecho por beberme mis problemas.

Macao me había llamado hacía cuarenta minutos para que lo acompañara a tomar una copa antes de que iniciara la temporada, ya que después tendría prohibido el alcohol acepté como una opción para salir de la casa, Pete estaba pintando en la sala de nuevo, mientras veía un vídeo sobre el significado de las estrellas y hoy no tenía ganas de escucharlo hablarme de como el cielo podía contarme el futuro.

― ¿En serio solo vas a beber eso? ―masculló el joven pasado de copas sentado al otro lado de la mesa, señalando el vaso con agua que el mesero acababa de dejar frente a mí.

―Sabes que no bebo hace años. ―musité con una media sonrisa, Macao encogió la nariz antes de tomarse la mitad de la quinta cerveza de la noche. ―Deberías seguir mi ejemplo, al menos por esta noche.

―No podemos beber toda la temporada, seguiré tu ejemplo entonces. ―rodee los ojos, Macao, a diferencia de mí, solo bebía por diversión y las únicas veces en que lo vi completamente ebrio fue por la misma razón que esta noche.

―Bien, pero no esperes quedarte en mi casa de nuevo, te enviaré en un taxi a tu edifico tan pronto te desmayes sobre la mesa. ―anuncié encogiéndome de hombros, el pelinegro frunció el ceño levantando la mirada completamente ofendido.

― ¿Por qué no? Siempre me dejas pasar la noche en el cuarto libre cuando bebo, solo por eso te invitó a venir.

―Pete usa esa habitación ahora, no puedes quedarte ahí. ―el ceño fruncido se relajó lentamente y una sonrisa burlona apareció en su lugar, a veces sentía que hablaba con un niño cuando trataba con él.

―Había olvidado a tu esposa. ―negué bebiendo de mi vaso y su sonrisa se ensancho. ―Creí que una vez que te casabas compartías habitación, que desperdició dormir en camas distintas. Lavas, planchas y limpias la casa, pero no disfrutas los beneficios conyugales.

―Me iré si sigues con esa tontería. ―una carcajada se escuchó por todo el local y puse los ojos en blanco.

―Si sigues así de amargado, tu esposo va a dejarte. ―fruncí los labios empujándome con ayuda de la mesa para salir de ahí, pero Macao alcanzó a detenerme tomándome de la muñeca. ―Lo siento, no te vayas, eso es lo último. ―musitó divertido, bufé volviendo a mi lugar. ―Por tu reacción asumo que sigues molesto con tenerlo viviendo en tu casa.

―No es solo eso, se suponía que sería solo unas cuantas semanas, pero ni siquiera está buscando apartamento, se dedica a pintar en mi sala, ensuciar la alfombra y contarle a sus amigos de internet lo que hizo.

―He visto sus transmisiones, me relaja verlo pintar. ―musitó distraídamente haciéndome bufar de nuevo, era imposible hablar con él. ―No sé porque te desagrada tanto, a él pareces caerle bien, cada que te menciona, solo dice cosas buenas sobre ti.

―Debe hablar bien de mí en esos vídeos, es parte del contrato. ―expliqué fastidiado con todo el asunto. ―Si se lo preguntaras en privado, dudo que diría lo mismo. Somos demasiado diferentes para soportarnos.

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