Trois

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Hyukjae

Miré al niño que tenía delante.
Me observaba con enormes
ojos y unos labios gruesos
entreabiertos. Y entonces me di
cuenta de quién era.

Lee Donghae, mi futuro esposo.

Solo me quedé mirando. A mi
lado, Kangin contenía la risa,
pero yo no estaba ni cerca de
sentir ninguna jodida diversión.

El hombre, el niño, que se
convertiría en mi esposo en
menos de tres meses, acababa de
llamarme "señor".

Mis ojos recorrieron su cuerpo,
fijándome en sus pies descalzos,
sus piernas esbeltas, su feo
overol de mezclilla y la florida
atrocidad que llevaba como
camisa. Finalmente, mis ojos se
posaron en su rostro. Todavía
tenía pelo largo, pero ahora
era ondulado hasta caer en sus
hombros.

Levantó los ojos cuando no
hice ningún movimiento para
dejarlo pasar y se puso rígido,
obviamente sorprendido por mi
atención inquebrantable.

Tenia que admitir que el cabello
largo no se veía tan mal como
pensaba. Era muy lindo . Un chico
encantador. Ese era el problema.
Vestido como estaba, parecía
un adolescente, no un hombre,
definitivamente no un esposo y
madre.

Se recogió un mechón de cabello
con dedos temblorosos, un
sonrojo deslizándose por sus
mejillas.

Debe haber escuchado todo lo que
habíamos dicho. Suspiré.
Esta era una mala idea. Lo supe
desde el principio, pero las
cosas habían sido acordadas y
ahora no había vuelta atrás. Se
convertiría en mi esposo y con
suerte nunca más me llamaría
"señor".

Dejó caer la mano y se enderezó.

-Disculpe, señor, no quise
ofenderlo, pero no debería estar
solo conmigo sin supervisión,
mucho menos estar tan cerca de
mí.

Kangin me dirigió una mirada
que dejó en claro que estaba
apunta de orinarse.
Estreché mis ojos hacia Donghae,
sin dar un paso atrás, pero tuve
que admitir que me gustó que
se enfrentara a mí a pesar del
poder que tenía.

-¿Sabes quién soy?

-Sí, eres lugarteniente en
Incheon, pero estoy bajo el
gobierno de mi padre, no el
tuyo, e incluso si lo hiciera,
el honor me prohíbe estar solo
con un hombre con el que no
estoy casado.

-Eso es cierto -dije en voz
baja-. Pero en menos de cuatro
meses serás mi esposo. -Levantó
la barbilla, intentando parecer
más alto. Su espectáculo era
impresionante, pero sus dedos
temblorosos y sus grandes ojos
delataban su miedo-. Cómo lo
veo... nos espiaste. Tuvimos una
conversación confidencial que
interrumpiste sin permiso -dije
en voz baja.

Miró hacia otro lado.

-Estaba en la biblioteca cuando
entraron y me sorprendieron.

Kangin se echó a reír a mi
lado. Lo silencié con una
mirada fulminante y suspiré. No
tenía paciencia para el drama.
Durante semanas, apenas había
dormido una noche. Las criadas
me quitaban la mayor parte del
trabajo, pero el llanto de
Danielle me despertaba de todos
modos. Necesitaba una madre para
mis hijos, no otro niño para
cuidar.

-Kangin, ¿puedes darnos un
momento?

Donghae me contempló con
incertidumbre, todavia apoyado
en ese estante. Me alejé un
paso de él, dándole el espacio
apropiado.

Kangin salió y cerró la
puerta.

-Esto es inapropiado -dijo con voz suave.

-Quiero hablar contigo un
momento. Después, tus padres
estarán cerca y no tendremos
tiempo para hablar.

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