Un

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Hyukjae

Cuando murió mi esposa, la
tristeza y la desesperación
fueron las emociones esperadas,
pero solo sentí enojo y
resentimiento a medida que veía
el ataúd siendo bajado hasta su
tumba.

Jieun y yo habiamos estado
casados por ocho años. La muerte
terminó nuestro matrinonio, en
el día de nuestro aniversario.
Un final apropiado para una
unión que había estado condenada
desde el principio. Tal vez era
el destino que hoy fuera el día
más caluroso del verano.

El sudor me corría por la frente
y la sien, pero las lágrimas no
se unirían.

Padre apretó su agarre sobre mi
hombro. ¿Era para estabilizarse
a sí mismo o a mí? Su piel
había estado pálida desde su
tercer ataque al corazón, y la
muerte de Jieun no ayudaba en
nada. Se encontró con mi mirada,
preocupado.
Las cataratas nublaban sus
ojos. Cada día que pasaba se
desvanecía aún más. Y cuanto
más débil se volvía, más fuerte
necesitaba ser. La mafia te
comía entero, si parecías
vulnerable.

Le di un pequeño asentimiento
y luego volví a la tumba, mi
expresión de acero.

Todos los lugartenientes de la
Famiglia estaban presentes.
Incluso Cho Kyuhyun, nuestro
Capo, había venido de Seúl
con su esposo. Todos llevaban
expresiones solemnes; máscaras
perfectas, como la mia. Pronto
me darían sus condolencias,
susurrando palabras falsas de
consuelo, cuando los rumores
sobre la muerte prematura de mi
esposa ya estaban circulando.

Me alegraba que ni Felix
ni Danielle fueran lo
suficientemente mayores como
para entender lo que se decía.
No entendian que su madre estaba
muerta. Ni siquiera Felix, con
dos años, podía comprender la
irrevocabilidad de la palabra
"muerta". Y Danielle... quedando
Sin una madre con solo cuatro
meses.

Una nueva ola de furia atravesó
mi cuerpo, pero la descarté.
Muy pocos de los hombres a
mi alrededor eran amigos; la
mayoría buscaba una señal de
debilidad. Era un lugarteniente
joven, demasiado joven ante
muchos ojos, pero Kyuhyun confiaba
en mí para gobernar sobre
Incheon con puño de hierro. No
le fallaría a él ni a mi padre.

Después del funeral, nos
reunimos en mi mansión para
almorzar. Minji, mi criada, me
entregó a Danielle. Mi niña
había llorado toda la noche,
pero ahora dormía profundamente
en mis brazos. Felix se aferró a
mi pierna, luciendo confundido.
Era la prinera vez que buscaba
mi cercanía desde la muerte de
Jieun.

Podía sentir todas las miradas
compasivas. Solo con dos niños
pequeños, un lugarteniente
joven. estaban buscando
cualquier pequeña grieta en mi
fachada.

Madre se acercó con una sonrisa
triste y me quitó a Danielle.
Se habia ofrecido a cuidar a
mis hijos, pero tenía sesenta y
cuatro años, y tenia que cuidar
a mi padre. Mis hermanas se
reunieron a nuestro alrededor,
arrullando a Felix. Karina lo
levantó y lo presionó contra
su pecho. Mis hermanas también
habían ofrecido su ayuda, pero
cada una de ellas tenía sus
propios hijos pequeños que
cuidar, y no vivían cerca... a
excepción de Karina.

-Hijo, te ves cansado -dijo
padre en voz baja.

-No dormí mucho estas últimas
noches. -Desde la muerte de su
madre, ni Felix ni Danielle
habian dormido más de dos horas
seguidas. La imagen del vestido
ensangrentado de Jieun cruzó por
mi mente, pero la aparté.

-Necesitas buscar una madre
para tus hijos -dijo padre,
apoyándose fuertemente en su
bastón.

-¡Yunho! -exclamó madre por lo
bajo-. Hoy enterramos a Jieun.

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