Dedos de cisne

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La tapa era blanca como las plumas de los ángeles, aterciopelada al tacto, y ligera en la mano.

Marco dudó al principio si comprar aquel libro o no. Tenía una portada totalmente blanca, adornada por la figura de una bailarina envuelta en su pomposo tutu blanquecino. No parecía ser de aquellos libros que acostumbraba a leer. No de esas temáticas. Sobre una bailarina.

Lo que lo impulsó a decidirse al final fue el nombre del libro: "Dedos de Cisne":

― Los cisnes no tienen dedos― Meditó Marco dentro de su cabeza ― Seguro debe ser una metáfora.

Marco era un lector fiel. No existía nada que lo apasionara más que la literatura. Pasaba horas sentado en el banco de su jardín o en su sillón verde oliva frente a su hogar de leñas leyendo libro tras libro. Devorando página tras página.

Dafne, su prometida, le preparaba un café, y mientras sostenía el libro con una mano, con la otra sostenía el aza de la taza.

Marco tenía un puesto de administración en una empresa. Pasaba ocho horas por día sentado frente a una computadora. Marcando tecla tras tecla. Revisando facturas, expedientes, portafolios, cuentas y deudas.

Cuando llegaba a su casa, le gustaba relajarse y disfrutar de una buena lectura. Era una buena forma de olvidarse del trabajo. De un trabajo muy agobiante y estresante.

Marco abrió el libro en la primera página y leyó:

― La bailarina de pálido tutu volaba por el salón como una mágica mariposa, dando saltos de flamencos y vueltas por el ligero aire como los colibrís. Dobló su rodilla y estiró su otra pierna curvando su espalda hacía atrás extendiendo sus manos como si intentara tocar la punta de su talón. La bailarina parecía un cisne con un hermoso vestido de brillantes plumas. Bailaba elegante como los cisnes...― Hubiera continuado su lectura pero su prometida irrumpió en la habitación azotando la puerta con entusiasmo.

Dafne traía entre sus manos una pila de revistas, se sentó en el sillón junto a su prometido y le dijo con una enorme sonrisa:

― He comprado estas revistas― Marco miró las revistas apartando la mirada de su libro.

Eran revistas que acostumbraba a leer gente muy adinerada. Daban consejos sobre fiestas, recepciones, moda, diseños de indumentaria y decoración tanto de interiores como de exteriores:

― Podemos tener una enorme fuente de chocolate donde le rodeen mesas llenas de bocadillos para bañarlos en la fuente― Dijo pasando a la siguiente página ― Quiero un enorme arco de madera artesanal adornado por tulipanes blancos, para que convienen con mi vestido― Pegó un pequeño grito de entusiasmo y tomó otra revista abriéndola donde la había señalado con una nota rosada― Hablando del vestido, quiero este― Dijo señalando con su dedo la hoja de la revista, donde se mostraba un hermoso vestido blanco, largo hasta el suelo y de telas brillantes, tenía exquisitos bordados de flores y aves en color crema en el corsé y en la base de la falda. Lo más impresionante era la cola del vestido. Comenzaba cayendo de una preciosa tiara de piedras que sostenía el peinado de la modelo, y se extendía por su espalda hasta el suelo y mucho más allá. Esta cola estaba bordada sobre una tela transparente siguiendo los motivos de pájaros y flores.

Era un vestido hermoso. Y se veía muy caro:

― Estoy seguro que ese vestido saldría mucho dinero, no quieres mejor...― Marco fue interrumpido por su prometida antes de que pudiera terminar de dar su opinión al respecto.

Antología "Cuentos de amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora