La Noche de las Máscaras

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— Sakura-chan, ¿Qué haces aquí?, ¿Otra vez te has escapado?

— Esta vez mi onee-san no se ha dado cuenta — Le respondió la niña riendo traviesa.

El niño la miró unos segundos preocupado.

— No quiero que te castiguen por mi culpa, otra vez.

— No pasará. Onee-san está ocupada con un cliente muy importante — La niña saltó emocionada y se acomodó junto al niño quien estudiaba unos bocetos que su padre le había encargado — Enséñame que has aprendido hoy — Le dijo extendiendo su mano pequeña.

Ryu tomó la mano de Sakura entre sus dedos, y mojando el pincel en la tinta, se dedicó a marcar contornos sobre su piel tersa e infantil, uniendo puntos, intercalando líneas, curvando esquinas, creando una imagen preciosa, la tinta brillaba soberbia sobre la piel, resaltando la belleza del dibujo y el talento del niño.

— Es un dragón — Reconoció la niña al ver el dibujo acabado.

— El dragón significa equilibrio, pero también protegen la vida de los humanos, son portadores de fertilidad y suerte.

— ¿Todo eso te enseñó tu padre? — Sakura admiró el dragón en su brazo una vez más, sus ojos perlados, sus escamas incontables, y aquel fuego que lo envolvía perteneciente — ¿Por qué siempre dibujas en mí?, me gustaría que me tatuaras, porque cuando me baño tus dibujos desaparecen, es pecado que algo tan hermoso se pierda tan fácilmente.

— Todavía eres menor para tener un tatuaje. Tu onee-san te mataría si lo descubre.

Sakura le respondió con un puchero de sus labios. Anhelaba tanto un tatuaje de su amigo. Ryu tenía su misma edad, era el hijo del tatuador que vivía al lado del Karyukai, la casa de geishas más importante de toda la ciudad. Su padre la había vendido a la casa, ella lloró, y se escondió de sus hermanas, en su primer intento de escape se ocultó en la casa del vecino, allí fue cuando conoció a Ryu, un joven tierno, su único amigo.

— Ya he visto tu talento — Le dijo Sakura levantándose del suelo con emoción — Ahora es mi turno de mostrarte lo que onee-san me ha enseñado.

Sakura danzó alegre, movía sus brazos con armonía, y sus pies suavemente, marcando un ritmo invisible que solo sonaba en su cabeza. Ryu vio su baile con embelesamiento, su amiga verdaderamente se veía hermosa danzando.

— Y ¿Bien?, ¿Qué te pareció? — Le preguntó Sakura una vez que había dado por terminada su pieza de baile.

Las mejillas de Ryu se encendieron en vergüenza.

— Fue un baile muy hermoso — Susurró mirando al suelo.

— ¡Sakura-chan!, ¡¿Dónde te has metido esta vez?! — Una voz que sonaba molesta se escuchó a lo lejos.

— ¡Oh, no!, me están buscando — Sakura escondió el dibujo de Ryu debajo de su manga, no quería que su maestra la descubriera y obligara a limpiarlo — Hasta mañana, Ryu-kun.

Sakura escapó de la casa de su vecino para volver con su hermana quien insistía en llamarla.

Pasaron los años, y la amistad entre estos dos chicos creció, desbordándose como un río, floreciendo como una flor en primavera. Los sentimientos se amontonaron, volviéndose confusos.

En la adolescencia, Sakura pasó a convertirse en una maiko habilidosa, aprendía todas las artes que su hermana le enseñaba, además estudiaba por su cuenta todo lo que estaba a su alcance, aprendió bailes, canciones, arreglos florales, recitar poesía y teatro, y cuando se llevó a cabo la ceremonia donde se convirtió en una geisha, fue reconocida en toda la ciudad, su hermosura y habilidad para las artes era un imán para clientes que anhelaban su compañía. Pero ella nunca se olvido de Ryu-kun, su vecino, ya no podía visitarlo todos los días como antes, ya que los clientes ocupaban la mayor parte de su tiempo, pero cada vez que se libraba de ellos o de sus hermanas, lo primero en que pensaba era saltar la valla y colarse en la casa de su vecino. Compartiendo así, ella su piel, que era lienzo para él, donde acostumbraba a pintar imágenes, obras de arte, de una belleza particular, dibujos vivaces, que eran de admiración para los ojos de Sakura. En cambio, la joven le pagaba mostrándole algunas de sus habilidades, un baile, una canción sonando en sus cuerdas vocales, dulces y suaves daban una melodía bella y armoniosa.

Antología "Cuentos de amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora