7. Daehyun

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Llegué a la habitación modesta, pequeña, demasiado minúscula para lo que estaba acostumbrado, y los muros se me echaron encima. Me había comprado una máquina de café de cápsulas para no tener que bajar a recepción cada vez que me apeteciera una bebida caliente.

Aunque estaba de vacaciones y quería descansar, mi mente me impedía desconectar del trabajo y la empresa. Había intentado ir a museos, visitar la playa, pasear por la montaña, pero nada me había sacado de mi vida como estrella, salvo la chica de nariz roja, Laia.

Ella había conseguido nublar mis males.

Me sentía bien, feliz, y no podía quitarme de la cabeza la imagen de Laia: ese gesto de taparse la boca al sonreír, como si se avergonzara de la luz que emitía la felicidad de su cara, como si durante su vida hubiera estado escondiendo quién era. Quizá era eso, quizá no quería mostrar su verdadero yo a nadie. Yo, sin embargo, lo deseaba. Ser yo, real, sin cámaras, escenarios, y conocer a alguien solo por ser Daehyun y no Lee.

Dejé la chaqueta sobre los pies de la cama y me desenrollé la bufanda, su bufanda. Me mordí el labio para no sonreír y di vueltas a mis pensamientos, distraído, recordando la locura que acababa de ocurrir esa misma tarde. Porque, sí, para mí aquello había sido una locura, algo que no me podía permitir.

Ser yo, ser normal, con alguien. Con ella lo fui.

Con la bufanda aún en las manos, me la llevé a la nariz. La solté sobre la cama, me desnudé y me fui a la ducha. Ni el chorro de agua caliente pudo evadir mi estado de optimismo. Mi sonrisa no se borraba. Qué sentimiento tan extraño..., aunque ya lo había sentido en otras ocasiones, durante mis conciertos, delante de millones de personas. El cosquilleo en el estómago antes de subir, la sensación de euforia al acabar.

Me quedé un buen rato bajo el agua templada. Ni siquiera sabía su nombre completo, su edad, pero Laia me había hecho sentir valioso como individuo al no mencionar ni una sola palabra sobre mi fama. Al salir, me envolví en el albornoz y me metí directamente en la cama. Sonreí sin querer, saqué el teléfono móvil, le di varias vueltas en las manos y, sin pensarlo, le escribí. Solo estaba viviendo el momento. Me merecía sentir emociones, aunque tuvieran que acabar, aunque fueran fugaces, aunque ella solo me respondiera solo porque era mi fan. Estaba siendo mezquino, estaba jugando con los sentimientos de otra persona, con los míos. En tres semanas volvería a Corea, a mi vida, pero desde mi debut como artista no había tenido amigos normales y quería saber qué era aquello y qué se sentía. Aquel pensamiento me hizo dudar. Por un instante, deseé que no me respondiera, pero lo hizo. Leí su mensaje un par de veces antes de enviarle otro y esperé con el corazón desbocado.


Lee:¿Te apetece tomar un helado mañana?

Laia:Soy más de café, aunqueno te guste demasiado.

Lee:¿Eso es un sí?

Tardó en responder, lo suficiente para que se me hiciera eterno y me replanteara la tremenda estupidez que estaba cometiendo.

Laia:Tal vez. Si no tienes nadamejor que hacer...

Al principio sonreí, pero su respuesta me borró la sonrisa. Aquellas inseguridades también las había tenido yo en un punto de mi vida, sobre todo cuando empecé mi carrera. ¿Por qué iba la gente a escuchar nuestra música? ¿Por qué me habían seleccionado a mí entre tantos? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué no?

Lee: ¿Más interesante que tomar el cafécon una artista de la pintura? No.Otro instante que se me hizo eterno.

Laia: ¿A las 18:00 en el Magic Coffee?

Lee: Voy a tener que esperar una eternidad.

Laia: Trabajo por la mañana. Lo siento.

Lee: De acuerdo, tendré paciencia.Me gustaría de verdad tener un retrato pintado por ti.El cuadro de la cafetería era una pasada.Lo colgaré en mi estudio.

Laia: Es todo un honor para míque me digas eso.No me hagas llorar.

Lee: Lo siento, no era mi intención.Laia:Descuida, no es en sentido literal.Tendrás tu cuadro.

Lee: ¿Cuándo?

Laia: Esta semana lo tengo complicado,pero puedes mandarme una foto.No necesito tenerte en vivo para pintarte.

Lee: Eso suena siniestro.¿Intentas vender mis imágenes en internet?

Hubo una pequeña pausa, aunque Laia continuaba en línea y aparecía como escribiendo. Luego paraba, seguía en línea y volvía a aparecer que escribía. No lo había dicho en serio.

Laia: No, lo hago así con todosmis clientes. Aunque nadamejor como una referencia al natural.

Lee: Era broma. Hasta mañana.

Laia: Buenas noches.¿Qué haces despierto a estas horas?

Lee: Lo mismo podría preguntar yo.

Laia: Había una araña en el baño.Me dan mucho miedo.Intenté sacarla con una tartera,pero casi se me sube encima yahora no sé dónde está.No puedo dormir pensandoque está suelta.

Lee: ¿De verdad?

Laia: Nunca bromeo sobre las arañas.

Lee: A mí tampoco me gustanlos bichos, pero esa araña está más asustada que tú,así que intenta dormir.

Laia: Eso no me consuela. Era enorme.

Lee: Piensa en mariposas.

Laia: También me dan miedo.

Lee: ...

Laia: Es broma. Intentaré dormir. Buenas noches.

Lee: Hasta mañana.

Menudo drama me acababa de contar, pero yo me fui a la cama con un sentimiento agradable en el corazón.

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⏰ Última actualización: Jan 10 ⏰

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