Harry Potter y la Pizarra Limpia -HIATUS-

Capítulo 8: Caronte

DESCARGO DE RESPONSABILIDAD: NO SOY DUEÑO DE HARRY POTTER. ESO SERÍA EXTRAÑO.

Sí, así es, papá ha vuelto. Aquí está Johnny y toda esa podredumbre.

¡DISFRUTA!

Capítulo 8: Caronte

20 Septiembre 1995, 01:02 am

Una cueva, Norfolk, Inglaterra

Harry tarareó en una melodía sin sentido y tomó un profundo arrastre de la articulación en su boca mientras se arrodillaba ante un muro de piedra en una cueva fría, trazando intrincadas runas en la piedra donde estaban incrustadas las salas. El sonido de las olas chocando contra la piedra inflexible era el único sonido aparte del ligero sonido rasping de la varita de Harry contra la piedra fría. El aire era pesado y húmedo, sal y algas colgaban picantemente en el aire.

Era un sábado, y había decidido ir tras el relicario. Había sido uno de los anteriores con los que Dumbledore había tratado antes de morir. Harry se había visto obligado a quitárselo del cadáver de su antiguo mentor para destruirlo más tarde. Había oído que alguien más había traicionado una vez a Voldemort y había tratado de destruirlo él mismo con la ayuda de un elfo doméstico, pero había muerto a las protecciones y había fallado. Él y Dumbledore, sin embargo, habían tenido éxito. Por otra parte, con Albus Dumbledore a tu lado, sería sorprendente si no pudieras hacer nada.

"Aaaaand, allí", dijo con satisfacción mientras completaba la última runa vinculada en la matriz que había dibujado. Cada runa fue hecha para contrarrestar una de las multitudes de salas, de las cuales los castigos eran muchos y variados. Harry no estaba seguro de por qué había un pupilo para darle la vuelta de adentro hacia afuera cuando su garganta ya habría sido cortada en ese punto, pero Voldemort siempre tenía un don para el sádico. Romperlos era mucho más fácil ahora de lo que había sido para Dumbledore, que había tenido que volver varias veces para romperlos. Harry era de setenta años en el futuro, y las salas y los métodos para romperlos habían avanzado en ese tiempo.

Las runas brillaban de un púrpura profundo y Harry comenzó a verter su magia en él, sintiendo la tensión de la matriz contra ella mientras intentaba dominar la magia que Voldemort había puesto en las salas. Finalmente, sintió que las salas se rompían, y con una mancha de sangre y un hechizo de curación rápida, la pared se derritió ante él. Con un gemido audible, se puso de pie y tomó otro arrastre profundo de su articulación para anular los efectos del drenaje en su magia. Destrozar las salas de una manera que hacía que el lanzador no fuera alertado siempre causaba una reacción mágica bastante dura en el que las destrozaba. Sin embargo, valió la pena, no necesitaba que Tom apareciera a mitad de camino. Él era todo por luchar contra Voldemort, pero prefería hacerlo cuando sabía que Voldemort no estaba haciendo trampa con sus tontos contenedores de alma.

Entró e inmediatamente se inclinó hacia atrás desde una flecha de acero que cortó la punta de su articulación.

"Joder, casi se olvidó de eso", murmuró cuando levantó su deseo y lo encendió de nuevo.

Continuó caminando por el pasillo con más cuidado ahora, esquivando las hachas oscilantes muy cliché y las maldiciones de corte altamente dominadas que bordeaban las paredes ásperas e irregulares. Si no hubiera desarrollado su habilidad sensorial, no dudaba de que hubiera muerto después de la tercera trampa. La última vez que había venido aquí solo había vivido porque Dumbledore estaba con él, y asumió que el elfo de la casa había hecho lo mismo por Regulus Black. Los elfos domésticos eran criaturas de magia y fueron criados para reconocer sus vínculos mágicos desde el nacimiento, como tal, su afinidad con la magia era mucho mejor que la mayoría de los magos y podían sentir las cosas a su alrededor, así como su intención.