Capítulo 1

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Era difícil creer que ya casi habían llegado a Alabasta. Parecía que habían tardado una eternidad en llegar al hogar de Vivi, cuando sólo habían pasado unos días. Habían pasado tantas cosas entre dos islas que parecía mentira que ni siquiera hubieran cumplido su objetivo. 

Pero estaban cerca, y eso hacía feliz a Sanji. Necesitaban más comida antes de que convirtiera Karoo en una buena comida para el disfrute de todos, y Vivi estaría contenta, y dejaría de dar vueltas y preocuparse. Quería verla tranquila por una vez, tener un rostro calmado y que no pareciera que algo siempre estaba en su mente y la consumía lentamente.

"¡EH! ¡HAY UN TIPO EN UN BARCO POR ALLÍ!" gritó Usopp, señalando hacia el oeste. Cuando Sanji miró, pudo ver una pequeña mancha en el horizonte.

"¿PUEDES DECIR SI ESTÁ VIVO?" Gritó Nami desde sus mandarinas. Usopp se limitó a encogerse de hombros y Luffy rebotó hacia ese lado del barco. Se estaba riendo a carcajadas y no podía quedarse quieto. Sanji gimió y miró hacia otro lado, sintiéndose mal por quienquiera que estuviera en el barquito, a punto de experimentar a Monkey D. Luffy por primera vez.

"GOMU GOMU-" Luffy gritó. Nami y Zoro empezaron a gritar por encima de él, diciéndole que era un estúpido idiota y que simplemente podían llevar el barco al bote. Ya era demasiado tarde para hacer nada. Sanji solo esperaba que no fuera como la vez que trajeron a Apis a bordo y lanzaron a Zoro a una milla en el océano... o tal vez si quería que esa última parte sucediera de nuevo.

Sanji podía oír a un hombre gritando, sus gritos de confusión cada vez más cerca. Saco un cigarrillo y se lo puso en la boca, sin encenderlo todavía. Se oyó un ruido sordo y oyó a Usopp gimiendo y a Nami insultando a Luffy. Por curiosidad, Sanji giró la cabeza para ver quién era la pobre alma que habían decidido acoger sin ninguna discusión real.

Su corazón se desplomó, y cada pequeño miedo que tenía cuando era un niño pequeño estaba de vuelta, justo en su cara porque nadie podía escapar de los horrores de su padre, especialmente cuando tu padre era el Judge Vinsmoke.

El hombre llevaba un uniforme de Germa 66, los estúpidos números naranjas pegados en el pecho bajo aquella estúpida capa blanca con aquella estúpida bufanda amarilla y aquellas estúpidas gafas. Todo ello, tan increíblemente estúpido y que hacía de Sanji la persona más temerosa del mundo.

El cigarrillo se le cayó de la boca y Sanji se preguntaba si estaba soñando, esperando que así fuera. ¿Por qué había un soldado de Germa en el Grand Line? ¿Y si su padre había puesto sus ojos en el Grand Line? ¿Y si su padre estaba aquí? ¿Y si sus hermanos estaban aquí? ¿Y si todo lo que había intentado olvidar y escapar estaba a punto de volver a él, mental y físicamente?

"¿Cocinero?"

Sanji saltó tres metros hacia atrás cuando Zoro apareció a su lado.

"Joder, ¿qué te pasa?".

"Nada, cabeza de musgo. Métete en tus asuntos y piérdete". Se estremeció, tratando de evitar los ojos de Zoro porque sentía que se sentiría más vulnerable si los miraba.

"Un poco grosero. ¿No puedo preguntarte por qué casi te tiras al mar?".

"No, no puedes".

"¡SANJI! ¡ZORO! VEN A CONOCER A DAIGO!" Luffy gritó. Sanji miró hacia abajo y vio un clon de un soldado que había visto un millón de veces antes. Se preguntó si podría colarse en la cocina y evitar a Daigo todo lo que pudiera. ¿Y si reconocía a Sanji? Sabía que habían pasado años y que todos lo daban por muerto, pero aún cabía la posibilidad, y no había conocido a ningún otro Sanji antes.

Bajó lentamente las escaleras de madera, con Zoro justo a sus pies. El espadachín no ayudó en absoluto. De hecho, lo hizo todo peor, mucho peor.

"¿QUÉ FUE TODO ESE RUIDO?" Vivi salió corriendo y Sanji aprovecho para colarse por la puerta abierta. Entró casi corriendo, cerrándola de un portazo.

Sentía el pecho pesado, peor que cuando aquel hombre pez casi le hizo estallar el cuerpo. Las manos no dejaban de temblarle y las piernas le fallaban. Sanji cayo al suelo y se sintió débil, tan débil. Por eso le trataban así, porque era débil, porque sentía un dolor normal y se asustaba.

Consiguió levantarse y se arrastró hasta la cocina. En la cocina no podían hacerle daño. Allí estaba seguro. Era un buen lugar, un muy buen lugar.

"Oh, lo estás empeorando todo". Lloró, sentándose y tirándose del pelo. Debería haberse quedado fuera, presentarse rápidamente y luego excusarse dentro, en lugar de montar una escena. ¿Por qué no podía haber sido inteligente en vez de estúpido?

Estúpido Sanji.

Idiota Sanji.

Débil Sanji.

"¿Cocinero?" Zoro abrió la puerta y lo encontró hecho un desastre. Sanji se levantó inmediatamente y trató de hacerse el interesante. Empezó a reírse y dijo que todo estaba bien. Solo necesitaba comprobar si tenían suficiente comida para otro invitado dada su situación.

Zoro se burló y pareció preocupado. Sanji no estaba seguro de que alguna vez Zoro le hubiera mirado así.

En realidad era un poco agradable.

"¡Sanji! Este es Daigo". Vivi entró con el soldado a su lado. Sanji se puso tenso, pero ahora intentaba por todos los medios actuar con normalidad.

Daigo se adelantó y miró a Sanji de arriba abajo.

Podía darle una patada. Sanji podría noquearlo de una patada y luego tirarlo por la borda. Claro que eso significaría explicarle a toda su tripulación su educación y él intentaba evitar eso el mayor tiempo posible.

"Sanji...mmmmmm...me resultas familiar."

"Bueno, fui uno de los mejores cocineros de un exquisito restaurante llamado Baratie, allá en el East Blue. Tal vez recuerdes mis deliciosas comidas".

"No, nunca había estado en un restaurante llamado así". murmuró Daigo. Sanji le prometió que ese era el único lugar en el que podrían haberse conocido, pero el seguía sin estar convencido.

"Es que... no, no puede ser. En mi reino hay un príncipe Sanji, pero murió hace años... a menos que no muriera... ¡y TÚ ERES ÉL! TÚ ERES ÉL!"

El pánico se convirtió en su sangre, recorriendo su cuerpo. Había intentado con todas sus fuerzas dejar atrás el pasado y no volver a nada relacionado con su padre, pero volvía a él. No podía escapar.

"¡Imposible! No sé de qué demonios estás hablando. ¡No soy un príncipe y desde luego no estoy muerto! ¿Seguro que tu cerebro no está podrido?" espetó Sanji. Daigo gruñó y le puso mala cara, a punto de gritar, cuando Zoro apartó a Sanji, echándole en cara que fuera tan grosero con un invitado.

"Da igual. Voy a intentar hacer una cena para todos. Váyanse todos y déjenme hacer lo mío". Se quejó, apartando a Zoro. Vivi intentó hablar con él, pero él también la ignoró. Oyó a Daigo salir dando pisotones y a Vivi ir tras él.

Zoro seguía allí.

"Cejas rizadas, ¿tienes alguna id...?".

"Lárgate de aquí ahora mismo antes de que te eche". Exigió, torciendo la cabeza y suplicando con los ojos que Zoro se marchara. Zoro respiró hondo y se dio la vuelta lentamente, sus ojos parecían incapaces de separarse.

Zoro cerró suavemente la puerta y Sanji volvió a caer al suelo, incapaz de dejar de sollozar. Se había acabado. Todo había terminado. Daigo lo llevaría con su padre, o traería a su padre hasta él. Y pondría a la tripulación en contra de Sanji. Daigo les convencería de que Sanji no era más que un debilucho en el que no se podía confiar y que a quién le importaba si sabía cocinar una buena comida. No le querrían.

Sanji se apoyó en el armario, con lágrimas rodando por su cara, empezando a desear que su padre le hubiera matado de verdad en vez de fingirlo. Eso hubiera estado bien, y resuelto los problemas de todos.

Todo sería mejor sin Sanji.

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La historia no me pertenece, yo solo me encargo de la traducción!!

Original aquí:
https://archiveofourown.org/works/50606995

No Lo Dejes Ir - ZosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora