Epílogo | Lucy Gray Baird

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EPÍLOGO I:
"NOTHING YOU CAN TAKE FROM ME"

Lucy Gray recogía ropa de un pequeño recipiente azul y la extendía sobre una soga que estaba colgado de lado a lado en el patio de la cabaña. La realidad era que nadie tenía ganas de dar un show esta noche.

No después de los eventos del fin de semana anterior.

Había pasado toda la semana con una incertidumbre insoportable invadiéndole el pecho. No había tenido chance de ver a Coriolanus ni siquiera por casualidad, y por ende, no tenía ninguna noticia sobre el estado de Sejanus. 
La imagen de su cuerpo en el suelo la había perseguido hasta en pesadillas. Y cómo si eso no fuera suficiente, Maude Ivory parecía tener una intuición demasiado aguda porque no había dejado de preguntar por el todos los días.

Algunas veces conseguían distraerla, pero otros días no, y tenían que hacer un esfuerzo desmesurado para que ella no descubriera en su rostro que la respuesta a sus preguntas la tenía aterrada.

El sábado por la mañana no hubo muchos indicios de que Coriolanus fuese a visitarles. Eso fue sumamente desalentador. Al menos, hasta que alguien le informo que Spruce había sido capturado.
Quiso pensar que quizá la ausencia de su chico tenía que ver con eso y no con lo que más temía.

"Las malas noticias vuelan rápido" decía Barb Azure, pero la verdad, es que en el pueblo se decía que Spruce había sido encarcelado por asesinar a un agente de la paz.
Eso no era muy confortable.

— ¿Hoy no vamos a cantar? —Maude Ivory apareció tras de ella sin hacer ningún ruido y le causo un susto tal que le hizo soltar una de las faldas de Barb.
—Pequeñita —se volvió a mirarla—, me has asustado.
— ¿A ti?. Si a ti nada te da miedo.
—Ay, como eres —se río de su comentario. 

Era muy dulce que Maude la viese de aquel modo, y más, porque sabía que solamente se debía a que aunque tuviera miedo, siempre lo enfrentaba por ellos. Por su Bandada.
Pero no era una realidad, la realidad era que Lucy si tenía muchos miedos.

Y más después de aquella arena.
La maldad la aterraba desde aquel entonces.

— ¿Entonces? —se balanceo sobre sus pies— ¿No vamos a cantar hoy? 
—No creo.
— ¿Por qué? ¿Los agentes siguen molestos?. No sé que pasó. Ni siquiera Billy Taupe se presentó por allí a dar problemas, y aún así nos echaron.
—Tomaremos un descanso.
—Oh —se desanimó—, quería usar mi vestido nuevo.
—Puedes usarlo aquí si prometes tener cuidado.
— ¿De verdad?
—Si, pero....
— ¡Lo prometo! —saltó entusiasmada—. Gracias Lucy, voy a cambiarme.

Corrió a toda prisa de vuelta a la casa y no le dio tiempo de decir más.
En un día común, no le habría dado aquel permiso, porque era difícil tener ropa a estrenar para Maude. Pero hoy, sabía que todos necesitaban cualquier cosa que los hiciera subir un poco el animo.

En el desayuno habían servido las últimas galletas de la madre de Sejanus y eso casi la hizo llorar.
No podía evitar recordar a Coriolanus con los ojos llenos de temor el día que le confesó que Sejanus había conseguido Jaulas de Noche. Desde aquella conversación supo lo que su chico sentía por él. 
No podía parar de imaginarse lo terrible que estaban siendo aquellos días para él.

Pensó mucho en la situación del cobertizo. Y con todas las cosas que habían sucedido después en el pueblo, se armó una historia que tenía más sentido que solo el descubrimiento de un plan rebelde.
Tenía mucho sentido: Lil le había dicho a Sejanus sobre aquellas frutas.
Y él se las había llevado porque así era él.

Es lo que Coriolanus le había dicho.
Siempre se sentía culpable por todo ¿Cómo podía fingir que Lil no estaba allí siendo una prisionera?
Claro que él iba a conseguir esos frutos para ella.

don't blame me ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora