Terminé de arreglarme, como de costumbre, para ir al instituto cuando recibí un mensaje en el teléfono móvil.
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—¿Tan pronto? —me pregunté al ver el mensaje.
Nada más leerlo, salí corriendo de casa.
Al cruzar la puerta, miré instintivamente a la izquierda y ahí estaba él: mi novio, esperándome con una sonrisa y los brazos abiertos.
Sin pensarlo, corrí hacia él. Nos abrazamos, felices de vernos.
—Estoy tan feliz de verte —murmuré, aún estrechada entre sus brazos.
Seojun y yo, sin soltar el abrazo, nos separamos apenas un poco para mirarnos, compartiendo una sonrisa. Con delicadeza, tomó mi mentón y depositó un suave beso en mis labios. Sentí el calor subir a mis mejillas y, avergonzada, escondí mi rostro en su pecho.
Él me abrazó con ternura.
—¿Vamos juntos al instituto? —preguntó, su voz cargada de calidez.
—Vamos —respondí, poniéndome de puntillas. Apoyé mis manos en su pecho para darle un beso ligero en la mejilla.
Entrelazamos nuestras manos y caminamos hacia su moto.
Seojun tomó un casco y, con cuidado, me ayudó a ponérmelo. Luego, colocó el suyo y ambos subimos a la moto. Me abracé a su espalda con fuerza, preparada para el trayecto hacia la escuela.
·Escuela·
Algunas personas de la institución nos vieron llegar juntos.
Seojun aparcó la moto con destreza, y ambos bajamos de ella. Nos quitamos los cascos y los guardamos cuidadosamente en el maletero.
—¿Vamos? —preguntó Seojun, regalándome una sonrisa mientras extendía su mano hacia mí.
—Vamos —respondí, devolviéndole la sonrisa mientras entrelazaba mis dedos con los suyos.
·Aula·
Los dos entramos al aula tomados de la mano y nos dirigimos a mi asiento.
Seojun apartó mi silla con amabilidad para que pudiera sentarme, y antes de irse a su lugar, me regaló una sonrisa encantadora.
Poco después, la profesora llegó y comenzó la clase.
·Descanso·
Era el descanso, y yo seguía en el aula con mis amigas.
—¿Hay algo que tienes que contarnos? —preguntó mi hermana, mirándome con un gesto acusador.
—No sé a qué te refieres —respondí con una sonrisa inocente, tratando de evitar su mirada inquisitiva.
—¡Llegasteis tomados de la mano! —acusó Soojin, clavándome una sonrisa maliciosa.
