Mi enemigo.

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El corazón de Max corre tan rápido como la velocidad en la que conduce para llegar al jardín de infantes, es un milagro que no le den una multa

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El corazón de Max corre tan rápido como la velocidad en la que conduce para llegar al jardín de infantes, es un milagro que no le den una multa.

Quiere irrumpir a través de las puertas, pero sabe que eso solo aumentará la tensión y causará aún más angustia a Sergio, así que en su lugar inhala profundamente para calmarse y da pasos largos y pesados para saludar al profesor y a su hijo.

Inmediatamente, un pequeño cuerpo se lanza y se estrella directamente contra las piernas de Max, Mick se aferra firmemente a su padre y presiona su cara asfixiantemente cerca de los muslos de su padre.

"Oye..."

"No mires" dice Mick, con la voz apagada mientras continúa sollozando, sus lágrimas humedecen los skinny jeans de Max.

"¿No mire que?" Max se acerca a acariciar el cabello de Mick con cariño.

"No me mires", repite Mick a través de sus dientes apretados, con los ojos cerrados. "A mí".

Él, sin embargo, permite que Max pase una mano a través de su cabello de manera reconfortante, incluso relajándose al tacto.

"Oh. De acuerdo." Max reflexiona, Mick siempre ha tenido un fuerte sentido de orgullo y teniendo en cuenta que ya se ha ridiculizado lo suficiente frente a sus amigos llorando y haciendo rabietas, lo último que quiere hacer es hacer el ridículo delante de su padre, Max lo entiende y lo respeta.

"¿Estás mirando?" Mick pregunta, todavía sin mirar hacia arriba y su nariz suena tapada.

"No miro" Max miente, mirando descaradamente y su corazón recupera lentamente su ritmo normal mientras examina a Mick en busca de lesiones y afortunadamente no encuentra ninguna.

Sergio entra en ese momento. "Max" respira, sonando aliviado. "Estás aquí".

Es raro ver a Sergio con su atuendo de profesor después de haberlo visto en su apartamento vistiendo su ropa, jugando a la casita. Max inmediatamente se reprendió a sí mismo por entretener pensamientos extraños durante una crisis así, ahora mismo, han vuelto a ser profesor y padre.

"Quiero irme a casa" declara Mick, con el agarre apretado alrededor de las piernas de Max.

"¿Podemos?" Max mira a Sergio.

"Creo que será mejor que Mick descanse un poco", dice Sergio.

"Está bien, entonces" asiente la cabeza solemnemente, no sabe que más decir, intenta separar a un Mick pegajoso de sus piernas, el niño pone lucha, pero finalmente lo deja ir, revelando una cara enrojecida con mocos viajando por la mitad de su cara,

Max se pregunta qué es exactamente lo que ha hecho que Mick, su niño feliz y siempre sonriente, esté tan angustiado, pero decide no hacer preguntas en este momento, Mick hablara cuando se sienta listo.

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