He pasado la noche en el hospital y, sinceramente, no recuerdo gran cosa de lo sucedido. Lo único que tengo claro es que me encontraron inconsciente en mi habitación al volver de ver a la directora. Esta última parte sí la recuerdo vívidamente. Sin embargo, después de salir de su despacho, mi memoria se torna borrosa, como si una cortina opaca se interpusiera entre ese momento y mi capacidad para recordar. Es un enigma para mí, un vacío en mi memoria que me intriga y preocupa a partes iguales. ¿Qué pudo haber ocurrido después de aquella reunión con la directora?
Lo más intrigante es que tampoco tengo noticias de mis padres. Al parecer, el instituto ha asumido la responsabilidad de mi bienestar mientras estoy interna, y mis padres no deben de estar al tanto de lo que ha sucedido.
Tras recibir el alta, me encuentro en el coche de la directora, quien mantiene un silencio sepulcral. Su actitud me desconcierta; parece anticipar problemas, aunque sinceramente no tenía ni la más mínima idea de que algo así iba a suceder.
Finalmente, llegamos a la residencia. Salgo del coche y me dirijo a mi habitación con paso decidido. Sam me saluda, pero la ignoro. Lo primero en lo que pienso es en deshacerme de este olor a hospital que se aferra a mi ropa y piel. Una ducha rápida se convierte en mi primera tarea.
Necesito despejar mi mente y, sobre todo, ponerme en contacto con mis padres, ya que desde que ingresé en el internado no han tenido noticias mías directas. Aunque el internado ha asumido el papel de cuidador temporal, siento la urgencia o necesidad de contarles a mis padres mi estancia en el hospital.
Abro mi ordenador y redacto un correo electrónico, disculpándome por el silencio y tranquilizarlos sobre mi estado actual. Tengo una larga lista de tareas pendientes que se aucmulan en mi mente: ponerme al dia con los deberes académicos, resolver el enigma de mi pérdida de memoria y, sobre todo, comprender por qué mi paso por el despacho de la directora desencadenó un episodio que me llevó directamente al hospital.
Para: mamá (alicedavis@davis.com), papá (danieldavis)
Asunto: Correo Noah
Queridos papá y mamá,
Os escribo para contaros cómo me va en el nuevo instituto. La estancia aquí está muy bien; el campus es tan grande que me tienen que acompañar a todos lados. Me llevo bien con mi compañera de cuarto, y he conocido a un chico. No os asustéis, no somos nada. Lo conocí ayer en el comedor; me tiró la bandeja de su desayuno encima de mi camiseta favorita. ¿Os acordáis de aquella que me hice de 30 seconds to Mars? Pues está inservible. La lavaron en el hospital anoche, pero la mancha no sale. Tendré que tirarla y hacerme otra.
No se si lo sabéis, pero pasé la noche en el hospital. Esperaba que aparecierais y que tú, mamá, entraras gritando como hacías siempre porque no digo a los demás lo que me pasa. pero esta vez, os prometo que no sabía lo que me ocurría, pues no recuerdo lo que sucedió, pero aun asi no aparecisteis. Papá, a ti también te echo de menos. Ahora no tengo a nadie que coja mi ordenador a escondidas. Sí, lo sé desde que empezaste a hacerlo.
Espero que estéis bien. No os lo había dicho nunca, pero os quiero.
Atentamente,
Noah.
Cerré el ordenador con un suspiro y agarré el cuaderno de dibujo. Me dirigí al vestíbulo, buscando un momento de calma y expresión creativa. Tomé asiento y me sumergí en dibujar: lámparas, mesas y, ocasionalmente, una figura de una chica absorta en la lectura sobre uno de los sofás.
De repente, la puerta se abre y Adam entra, acercándose a donde estoy. - Hola, ¿qué tal? - se sienta en el único espacio libre en el sofá, justo a mi lado. Lo ignoro; en estos momentos no me siento muy sociable. A veces pienso que soy bipolar o algo por el estilo. ¿Raro, verdad?
- Noah, te estoy hablando, ¿me oyes? - No me había percatado de que aún estaba allí. Me levanto, esperando que capte que no quiero hablar con nadie, y lo dejo ahí. Regreso a mi habitación y me encuentro con Samantha llorando.
- ¿Y a tí qué te pasa? - Ups... he sido algo brusca. - Perdona he sido un poco brusca, ¿qué ha pasado? ¿Por qué estás llorando?
- He... he roto con mi novio - solloza. Me acerco a su cama, donde está sentada encogida de piernas, con la cabeza escondida entre ellas.
- Mmm, ¿tenías novio? ¿Qué ha pasado? - No tenía ni idea de que tuviera novio. Quizás si me hubiera interesado más por mi compañera de cuadro, ahora no estaría así. En fin, ella habría contado con un mejor apoyo que el que tiene ahora, prácticamente ninguno. - ¿Quieres que hablemos?
- Mejor durmamos. Lo siento, ¿hablamos mañana?
- Está bien - Me levanto de su cama y me dirijo hacia la mía, donde, minutos después, caigo rendida en un profundo sueño.
Me despierto sobresaltada, Samantha está a los pies de mi cama, todavía llorando. - Noah, persona por despertarte, necesito hablar con alguien. - Me levanto y me siento cerca de ella.
Pasamos unas horas hablando de todo ello, de ella, de su novio, de la ruptura. Simplemente dejo que suelte todo lo que le está afectando, y al final me lo agradece. Mientras tanto, en el exterior, se puede observar cómo va amaneciendo. Parece que os será un buen día. He pasado prácticamente toda la noche despierta, pero me siento bien.
Sam y yo nos dirigimos al comedor a desayunar. Después, cada una sigue su camino. Yo me quedo en el parque del campus; es sábado y está animado. No hace frío, y esto, a pesar de estar a unos quince grados hoy, es casi otoño. Me recuesto en la hierba y observo al suelo, dejando que mis pensamientos vaguen entre mis cosas, en mí, en mi familia.
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Entre sombras y secretos
Genç KurguLa vida de Noah es transformada de la noche a la mañana cuando es llevada a un internado. Una vez allí un halo de secretos y sombras entrelazan su destino de maneras inesperadas. A medida que intenta adaptarse a su nueva realidad, se encuentra con...