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No era más que el corazón de una madre
atrapado entre las ruedas de la refriega:
los señores de la guerra supieron, desde el principio,
que las ruedas llegarían lejos.

Sabían que molerían y aplastarían;
lo sabían, pero ¿qué les importaba?
Los señores de la guerra tienen medios para acallar
lo que dicen sus mujeres.

Así que los muchachos se fueron, ni maldijeron
esto que los reyes habían hecho:
siete valientes muchachos, al principio.
Ahora, ni uno.

¿Cuánto tiempo lloró la madre?
Frenética, ella murió a su vez.
¿Y entonces qué? "Las mujeres valen poco"
dijeron los señores de la guerra.

¿Acaso vacilaron o les dolió
este séptuplo golpe?
No era más que el corazón de una mujer
lo que tomaron y rompieron.
Mujer, ¿cómo te llamas? -No sé.
¿Cuándo naciste, de dónde vienes? -No sé.
¿Por qué has cavado una madriguera en la tierra? -No sé.
¿Desde cuándo te escondes aquí? -No sé.
¿Por qué me has mordido en el dedo anular? -No sé.
¿Sabes que no te haremos daño? -No sé.
¿De qué lado estás? -No sé.
Es la guerra, has de elegir -No sé.
¿Existe todavía tu aldea? -No sé.
¿Estos son tus hijos? -Sí.
Las mujeres y los poetas ven llegar la verdad.
Entonces se ponen en escena,
las vidas se pierden, y todos los repartidores de periódicos gritan.
Horror de ciudades sigue, y el laberinto
del pacto y el dolor.
El débil grito Derrota sea mi creencia.
Todos los hombres fuertes malheridos
llevan la dura ropa de la guerra,
intentan recordar por qué están luchando.
Pero en oscuros, llorosos, desamparados momentos de paz
las mujeres y los poetas creen y se resisten siempre:
el inventor ciego encuentra el río subterráneo.
En nuestros días dicen que hay libertad de expresión.
Dicen que no hay castigo para los poetas,
no hay castigo por escribir poemas.
Esto es lo que dicen. Este es el castigo.

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La habitación de la pequeña chelsea en el reino de las sirenas estaba en un silencio sepulcral

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La habitación de la pequeña chelsea en el reino de las sirenas estaba en un silencio sepulcral

Estaba acostada en su cama tenía su todo su cuerpo tapado por una gran manta

Usando la almohada para cubrir su rostro

Ocultando sus lágrimas y dejando que tmsu dolor salga a través de esas gotas que salina de sus ojos

La Mágica Del OceanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora