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Perdóname, fui un malcriado,

no debí portarme así,

quebré tu confianza, sí,

te puse en un muy mal rato.

Quería hablarte al instante,

pero te fuiste muy pronto,

debí seguirte, ¡qué tonto!,

siento una culpa quemante.

Si bien la culpa me asalta,

ya no soy ese inmaduro,

si me perdonas, te juro

no repetir esa falta.
He estado analizando,

por horas, días, semanas,

las palabras correctas,

adecuadas,

para que perdones el malestar

que te hice pasar

por descuidado,

por no haber pensado antes de hablar.

Esta casa es una máquina que te recuerda a diario,

qué te puedo decir de la alcoba,

de la cocina,

de patio que nos vio miles de veces jugar en sus atardeceres.

Haces falta,

y si bien la herida por lo que dije está allí,

taladrando tu mente,

te pido,

consciente del daño,

perdóname,

retorna,

ya va un año,

y no hay hora aquí sin tu silueta ni tu risa,

te juro que he cambiado y lo enmendaré.
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La Mágica Del OceanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora