Capítulo 24.

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Elite

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Elite.

"No es lo que tienes o quién eres o dónde estás o qué haces lo que te hace feliz o infeliz. Es lo que piensas sobre ello" - Dale Carnegie.


Hay veces en la vida en las que debes de dejar los miedos atrás para poder continuar con lo que está enfrente de ti, veces en las que debes de olvidar el pasado para poder concentrarte en el presente y en el futuro al lado de las personas que amas, porque si te concentras en aquello que ocurrió años atrás puede que te pierdas la belleza que existe en la vida en el presente y aquello que se está escribiendo para el futuro.

La vida tiene diferentes perspectivas y cada una de ellas es completamente diversa a la que muchas veces se vive, un día puede que todo este planificado y listo para funcionar, pero el día siguiente puede que todo eso se vaya abajo porque no tenemos el control de las cosas a nuestro alrededor, Claro que como seres humanos quisiéramos tener siempre el poder de tener las cosas en nuestras manos, pero eso es imposible.

Como seres humanos no sabemos el momento en el que nuestro final va a llegar, tampoco sabemos si la felicidad que conservamos, la tendremos durante el resto de nuestra vida o se verá colapsada por los cambios del destino no podemos ser totalmente conscientes de ello porque no tenemos el control ni siquiera de nuestra propia vida, porque siempre hay algo que está sobre nosotros y que nos impide la felicidad total que podemos o quisiéramos tener en nuestro corazón.

A veces la vida golpea tan duro a las personas que están a nuestro alrededor que realmente es imposible que puedan levantarse, y nosotros los vemos caer sin poder hacer absolutamente nada, podemos tratar de ayudar a las personas, pero sabemos que no podemos meternos tanto en su lucha porque como todos lo sabemos, esa es una lucha que les pertenece a ellos y que deben de librar, podemos ofrecerles nuestra ayuda pero no podemos resolverles el problema.

Cuando era pequeña amaba el libro de cenicienta, realmente lo amaba tanto que podía leerlo una y otra vez y no era precisamente porque ella encontraba a un hombre fuerte que la salvaba, sino porque mi madre siempre me había dicho las palabras que la madre de cenicienta le había dicho a ella, se amable, ten coraje y cree un poco en la magia, aunque a decir verdad eso último lo detestaba, quizás era porque yo odiaba que cualquier otra persona solucionará las cosas que yo quería hacer.

Siempre me había negado a la ayuda porque sentía que eso era aceptar que estaba siendo débil, odiaba sentirme vulnerable en todos los sentidos porque no podía defenderme y sentía que mi paz se iba de lado al no poder expresar todo aquello que embriagaba mi alma, pero estaba completamente equivocada al creer que el amor podía hacerme débil de una u otra manera, lo había comprobado y sabía que el amor era lo que me hacía más fuerte.

Había tenido toda mi vida miedo del amor, sentía que me volvía vulnerable, pero era porque yo me cerraba el amor, porque a pesar de que lo había experimentado durante toda mi vida con mis padres, sentía que era alguna forma no lo merecía, sentía que no merecía el amor de una persona porque podía dañarla de alguna manera, yo podía terminar con su estabilidad también.

Sólo tú. Mi dulce salvación.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora