Capítulo 23.

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Lealtad a la reina

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Lealtad a la reina.

"La Reina es, con mucho, la más poderosa de las fuerzas". ~ Howard Staunton.


Dicen que muchas veces abrir el corazón puede crear soldados completamente fuertes, abrir las emociones a pesar de que muchos lo consideran vulnerabilidad puede lograr que las personas abran su corazón a un nivel completamente nuevo, en el que no importa absolutamente nada, sólo proteger a quienes aman y lo que desean.

Mostrar los sentimientos nunca es ser vulnerable, quizás te sientes de esa manera porque abres una parte de tu corazón que queda descubierta a personas que pueden usarlo en tu contra, pero eso jamás será hacerte vulnerable. Una persona que oculta sus sentimientos tarde o temprano, se ve consumida por ellos y es cuando se crea la avaricia y el sentimiento de desesperación que lleva a una persona a convertirse en villano, incluso cuando tiene un alma tan llena de luz que puede iluminar la Tierra.

En el ejército siempre enseñan que debes mantener la cara en alto y nunca mostrar tus sentimientos, que debes de ser alguien implacable para que tu juicio no se vea nublado por aquellas emociones qué pueden consumirte a un nivel en el que dejes de procesar la información como es debido y siempre quieras velar por el bien de los que amas.

Pero por lo menos a mí nunca me habían enseñado eso, me habían enseñado que quizás no debía mostrar la vulnerabilidad al enemigo, pero eso no significaba que la vulnerabilidad significaba mostrar los sentimientos, sino mostrar aquel punto débil con el que podían dañarte, el amor o cualquier otro sentimiento capaz de destruir barreras, nunca había sido prohibido en mi formación militar, quizá se debía a que mis padres habían sido los encargados de guiarme, que desde pequeños a mis hermanos y a mí nos habían enseñado que no existía arma más poderosa que el amor por las personas que nos rodeaban.

Ellos habían entendido completamente esa noción, porque habían vivido en carne propia lo que era perder absolutamente todos a su alrededor y quedarse solos, por ese motivo siempre nos habían enseñado que el rodearnos de las personas que amábamos no era volvernos vulnerables, sino que era crear nuestro propio ejército de confianza en el que supiéramos que encontraríamos refugio en caso de que el ejército que habíamos elegido nos traicionara.

Mis padres siempre me habían enseñado que no importaba si mostraba mis emociones, no debía cerrarme a ello porque eso tarde o temprano terminaría contaminándome y haciéndome una mujer que no pudiese salir del profundo pozo de la desesperación. Mostrar las emociones nunca nos hacía vulnerables, mi madre siempre nos había dicho que no importaba si queríamos llorar de un momento a otro o si queríamos reírnos a carcajadas, el ser humano en su fragilidad y humanidad tiene la manera de ser cambiante en todo momento y llevar a cabo lo que muchos conocen como la expresión de las emociones.

Toda mi vida crecí rodeada de amor, mis padres jamás habían ocultado sus sentimientos frente a nosotros, incluso recordaba haber visto a mi madre llorando un par de veces cuando la desesperación la consumía o incluso cuando los viejos ataques de ansiedad llegaban a su mente recordando lo que había ocurrido en su juventud cuando había tenido que escapar de una maldita mujer que la quería dañar a toda costa. Mi padre tampoco, a pesar de no ser tan expresivo, nos había ocultado lo que sentía.

Sólo tú. Mi dulce salvación.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora