Meurtriers

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Han pasado casi 6 horas y abro las ojos. Las chicas dicen que tengo fiebre, ahora mismo tengo 38. Me he pasado todo el mono durmiendo y dice una doctora clandestina que tienen aquí que tengo síndrome de abstinencia por la heroína.

— Mira te voy a explicar un poco más tu caso—. Me habla suavemente—. Has creado de una dependencia con la droga y has perdido la capacidad de experimentar gozo y tranquilidad de manera natural y tienes que tener un consumo compulsivo para no sufrir una serie de malestares como ansiedad, nerviosismo, alucinaciones, sudoración, temblores, escalofríos, dificultad para dormir y ganas de vomitar. Quiero dejarte claro que esta dependencia no es física sino psicológica. Es un poquito difícil de superar, tiene la peculiaridad de que se cuando se deja de emplear la droga no se manifiestan cambios en el organismo, no hay síndrome de abstinencia, solo alteraciones emocionales.

— Tienes las pupilas dilatadas—. Me dice otra de las chicas

— Es un síntoma común en el síndrome de abstinencia—. Vuelve a hablar la doctora.

Los temblores se apoderan de mi, tengo escalofríos. Tiro de la manta y comienzo a respirar, siento como me falta el aire y comienzo a llorar.

— Pero no llores, sabes lo que vamos a hacer—. Murmura para calmarme—. Vamos a empezar la dosis poco a poco, también puedes a tomar naltrexona.

— ¿ Que es eso?—. Hablo en un murmuro

— Este medicamento es útil para la recuperación en caso de dependencia, bloquea los efectos de la droga, aunque la terapia psicológica también es importante

— ¿Aquí hay psicólogos?

— Tenemos un psicólogo muy bueno aquí. Mañana empezamos con los tratamientos.

— Está bien.

He estado todo el día en cama. Las chicas me han estado cuidando. Los dolores musculares se hacen agudos mientras la falta de aire es inaguantable. Me he dormido un montón de veces en el día. Siento taquicardia y veo como mi vida se sigue volviendo una mierda.

Ya me han dado la primera dosis de naltrexona. Me duelen un poco más las articulaciones, es uno de los efectos colaterales de este fármaco. Tengo que pasarme 4 días consumiendo esta mierda para bloquear los efectos de la puta droga.

•••
Ha pasado casi 3 meses desde que me diagnosticaron síndrome de abstinencia y estoy demasiado bien. Mientras he estado aquí, he matado y torturado a unas cuantas personas y la verdad me gusta. Me da placer ver como un alma supuestamente inocente se refunfuña en su dolor y por no hablar de los que he inyectado, verlos con el mono, verlos como convulsionan y tienen alucinaciones, es todo un honor para mi. También y he matado personas a sangre fría e incluso llegue a descuartizar a alguien. Ya no soy yo, desde que estoy junto a los Muertriers, ha cambiado tanto de mi.

Me coloqué mi túnica por encima de mi cabeza. Tomé la daga y la pistola y me la guarde en el cinturón que tengo debajo de la túnica.

Salí de la habitación y fui a desayunar al comedor. Nos prepararon el día de hoy una infusión de café molido y unos biscochos.
Estaba delicioso todo. Fui al baño para arreglarme y alistarme. Cuando termine fui a ver a las chicas y hablar con ellas.

Nos pusimos al día pero recibí una llamada en las cámaras de tortura.

— ¿Que sucede?—. Preguntó secamente

— La cámara 3 , 4, 5 y 6 se han abierto. Están pidiendo droga

— Es que todas las puertas abiertas—. Lanzó con un toque de rabia—. ¿Por qué?

— Es lógico, el mono deja secuelas como el mareo y el vomito y es imposible levantarse y como cada 2 horas les inyectamos ¿En que momento reponen fuerzas?

— ¿No saben lo que es la fuerza de voluntad?

— Lo siento, no era mi—. La interrumpo

— No podemos dejar que huyan, si la policía se entera de todo esto, acabamos en la cárcel.

— No, la mayoría están drogadictos con mono de heroína, solo hay que darles lo que buscan.

Seguí caminando por las cámaras de torturas y hay 3 cuerpos fallecidos en el piso. No pudieron aguantar los pobres.

— ¿Y estos?

— Los de la cámara 3, 4 y 5

—¿Y la cámara 6?

— Seguro huyó

Seguí caminando por los alrededores y no encontré a nadie. Mientras pasaba el mediodía, miraba en los áticos y por fin encontré a la chica. Estaba subiendo a la azotea, en el ascensor. Llamé a el chico del cuarto de los contadores para que estropee el ascensor.

—¿Hola?—. Dice la pobre oveja mal encarrilada sin pensar que le quedan minutos de vida—Abran, hijos de puta.

— Cariño, piensa bien en tus últimas palabras—. Susurro para intentar asustarla

— ¿Quien es?—. Tartamudea con miedo— ¿Evelin Browen?

— ¿Como sabes quien soy? Todos aquí somos anónimos, nadie sabe el nombre de nadie— Digo uniéndome a su tartamudeo

— Pablo te va a matar —. Vocifera acompañada de una carcajada

— ¿Pablo? ¿Quien coño es Pablo?—. Digo totalmente aterrada

— Pablo Ferrera—. Sigue con la misma risa de psicopata—. Infórmate un poco más.

En ese momento subieron los demás, abrieron el ascensor y mataron a la chica de un tiro. Su cuerpo ensangrentado se quedó en el ascensor.