You're a nightmare on the dance floor

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-Deja de decir que es una cita, Aaron -le repito por cuarta vez.

-Y ¿qué tengo que hacer para que digas que es una cita?

-Desde el principio, decirme que es una cita.

-Está bien, ¿me aceptas una cita este lunes por la tarde? -dice mirándome con cara de perrito.

-No puedo, empiezo mi nuevo trabajo.

-¿Es una excusa o es verdad?

-Es verdad, voy a empezar a trabajar en un petshop. Milo me ayudó a entrar.

-¿Milo?-dice con una cara rara

-Un amigo de la secundaria, lo vas a ver el sábado.

-Ah, ¿y qué pasó con tu anterior trabajo?

-Hubo un recorte de personal. Siempre suelen ser los más jóvenes los primeros en despedir.

-Es verdad, me pasó un par de veces.

-¿De qué trabajas?

-Hago un par de cosas soy editor y fotógrafo.

-Minimo cobras bien.

-Tienes razón, debería agregar "dormir" a mi lista de trabajos -dice Aaron, riendo.

-¿Y cómo equilibras todo eso? Debe ser agotador.

-Lo es, pero me gusta mantenerme ocupado. Además, todos mis trabajos son creativos, así que me divierto mucho haciéndolos.

***
Al llegar a mi departamento después de bañarme, me puse un buzo gris que me quedaba un poco suelto, así que metí una parte dentro de la pollera negra que llevaba puesta. Además, me coloqué unas medias negras largas y unos borcegos.

Voy a la sala mientras espero a Aaron, quien me pasaría a buscar.

-¿Lista para tu cita? -dice Hanna, molestando una vez más.

-Ya te dije que no es una cita.-le digo mientras me siento en el sofa-Hanna, en serio, no entiendo por qué insistes tanto en llamarlo una cita. Solo vamos a salir a tomar algo y pasar un buen rato -le explico, tratando de que entienda.

-Bueno, bueno, como quieras. Pero no puedo evitar pensar que hay algo más entre ustedes dos -me dice con una sonrisa traviesa.

-No, Hanna, somos solo amigos.

Justo en ese momento, escucho el timbre de mi departamento.

-¡Ahí está! Nos vemos luego, Hanna.-le digo mientras me dirijo hacia la puerta.

-¡Diviértete y cuéntame todo después! -me grita Hanna mientras cierro la puerta detrás de mí.

-Hola, te ves bien -me dice halagándome.

-Gracias -digo mientras nos dirigimos al ascensor-. Tú también, aunque sigues usando negro.

-Pero tengo el buzo gris, es diferente.

-Está bien, esta vez tienes razón. ¿Y dónde está tu auto?

-¿Auto? Hoy no traje mi auto.

Veo que se acerca a una moto y me extiende un casco.

-Nunca me subí a una moto -confieso, aceptando el casco.

-Pues será tu primera vez. Ven, apoya tus pies ahí -dice señalando un lugar.

-Está bien, pero prométeme que irás despacio -le pido, mientras me pongo el casco y me preparo para subir a la moto.

-Lo prometo, no tienes nada de qué preocuparte -me asegura, con una sonrisa tranquilizadora. Me ayuda a subirme-. Pon tus manos alrededor de mí, no me molesta.

-Está bien -digo nerviosa.

La verdad es que nunca me subí a algo así, y tenerlo tan cerca me pone nerviosa y me genera un sentimiento extraño. Siempre que me siento así, me duele el estómago después.

Al llegar al lugar, nos pidieron nuestras identificaciones.

—¿Qué van a pedir? —nos pregunta el chico tras la barra.

—Un Mai Tai y... —dice Aaron, esperando que responda.

—Un whisky sour —respondo, decidiendo probar algo nuevo.

El chico asiente y comienza a preparar nuestras bebidas mientras nosotros buscamos un lugar para sentarnos. El ambiente del lugar es animado y la música suena alegremente en el fondo. 

Cuando llegaron las bebidas, veo que Aaron saca su cámara de su mochila.

—Definitivamente, esto me hace feliz —dice Aaron, luego de haberle tomado una foto a las bebidas.

Sonrío y levanto mi vaso para brindar.

—¡Por momentos como este! —exclamo, levantando mi vaso en respuesta a su entusiasmo.

—¿Qué haremos en nuestra próxima cita? —pregunta.

—Querías decir nuestra primera cita, ¿verdad?—lo corrijo.

—Claro, como tú digas —responde, riendo suavemente, mientras toma un sorbo de su vaso.

—¿Y si vamos al cine? —sugiere él.

—Puede ser, pero me lo tienes que pedir de una manera especial —respondo con una sonrisa juguetona.

—Maia Harrison, ¿puedes decirme cuándo vas a tener tiempo libre sin excusas para ir al cine como una cita? —me pide, mirándome con ojos llenos de expectativa.

La forma en que lo dice me hace reír.

—Y para qué quieres una cita? Aún no nos conocemos mucho —me río de su expresión cansada al intentar prolongar la respuesta.

—Exactamente, para conocernos mejor —responde, con una sonrisa cómplice.

—Está bien, acepto tu invitación. Tendré tiempo libre el próximo sábado. ¿Te parece bien esa fecha?

Él asiente emocionado.

—Perfecto, el sábado será nuestra cita en el cine.

***
—¡Vamos, vamos a bailar! —dice emocionado después de terminar nuestras bebidas.

—¡Voy! —respondo riéndome.

Nos dirigimos hacia la pista de baile, donde la música está vibrante y llena de energía. La canción que suena es una de mis favoritas, y no puedo resistir la tentación de moverme al ritmo. Siento la música fluir a través de mí mientras me dejo llevar por el ambiente festivo. Aaron y yo bailamos juntos, riendo y disfrutando el momento.

Mientras nos movemos al ritmo de la música, siento cómo nuestra conexión se fortalece. Nos divertimos y nos dejamos llevar por la alegría del baile. Esos momentos espontáneos y llenos de risas son los que hacen que nuestra relación sea especial.

El tiempo parece detenerse mientras nos perdemos en el ritmo y la felicidad del momento. Bailar juntos se convierte en una forma de expresar nuestra conexión y disfrutar el presente.

Así seguimos bailando, creando recuerdos inolvidables y fortaleciendo nuestra relación con cada paso.

***
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Bailaron juntitos 😭🫂

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