𝟎𝟓

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Su incansable búsqueda no daba resultados, podría decir que llevaba bastante tiempo buscando al peliblanco, ni siquiera sabía a ciencia cierta qué le diría si lo encontrase, aunque, para aquel momento, dudaba de que aquello fuera a suceder, la noche había caído y se sentía bastante cansado, en unas horas su turno en el bar empezaría, por el momento, lo mejor era abandonar su estúpida búsqueda. Y así fue, tomó rumbo a su hogar, caminando a paso bastante calmado, mirando las múltiples luces en su camino, al igual que las personas que caminaban animadas por las calles.

Él no era ciego, aún podía notar como la gente le dedicaba un cierto tipo de mirada, tal vez, por aquellas mismas miradas, incluido el trato que a veces se le otorgaba, él comenzó a hacer lo mismo, no mentía al decir que le molestaba tomar ese pensamiento y actitud.

Las llaves de su piso salieron haciendo ruido de su bolsillo una vez sus manos las encontraron, mientras la puerta de un color café oscuro y desgastado se abría, dejando ver el lugar donde vivía, últimamente estaba siendo un poco más desordenado, tal vez una visita no lo notaría, pero él sí, incluso podía notar como algunas partes de su hogar necesitaban un pequeño retoque.

Sus ánimos habían caído de una manera inimaginable, tan solo deseaba poder dejarse caer en su colchón y dormir, se sentía como si aquel peliblanco hubiese absorbido toda su energía con unas simples palabras, no deseaba ir a trabajar, pero ya no estaba en edad para hacer berrinche y en verdad, nunca se le permitió aquello.

Un suspiro escapó de entre sus finos labios, finalmente tomó rumbo al cuarto de baño, comenzando a llenar la bañera, si iba a ir a aquel lugar donde predominaba el olor a alcohol y otro tipo de sustancias, necesitaría un baño para relajarse. La ropa fue cayendo al suelo del frío baño, mientras el sonido del agua llenando la bañera contrastaba con el ruido exterior, la hebilla de su cinturón hizo un ruido metálico al chocar contra la cerámica del suelo en conjunto al pantalón de color negro, en el espejo podía apreciar bastante bien las múltiples cicatrices en su cuerpo, varias poseían textura, mientras que otras tan solo eran manchas de un color distinto a su piel.

Sus dedos recorrieron las venas de su antebrazo, viendo en su camino algunas alargadas cicatrices que parecían extenderse como raíces a su hombro, recordaba haberse hecho aquella cicatriz cuando apenas tenía 13 años de edad, se había cortado con un cristal mientras escapaba de algunos clientes de su tío, sus ojos siguieron su cuerpo semidesnudo en el espejo, Wriothesley raramente se paraba frente a uno a tan solo observarse, no es que dudara de su atractivo, al contrario, él sabía que poseía un rostro y cuerpo bastante atractivo, pero esto no detenía los pensamientos que parecían ser olas chocando en las rocas, sin duda, luego del alcohol, lo que más odiaba era el pensar demasiado.

Dejando de lado sus pensamientos, la última prenda cayó al suelo, sumergiéndose en la bañera de cálida agua, sintiendo esta llegar hasta su cuello mientras más abajo iba, sus músculos anteriormente tensos, se iban relajando cada vez más, se sentía agradable luego de aquel día lleno de sucesos, el rato pasaba y Wriothesley ni siquiera tuvo un esfuerzo de lavar su cuerpo o cabello, juraba que este parecía haberse desconectado de la realidad, sus ojos se sentían cada vez más pesados, hasta que un sonido chillón comenzó a hacer un eco desagradable en las cuatro paredes de la habitación, era su alarma, la cual estaba por sí en algún momento pasaba algo como lo del momento, dormirse y llegar tarde.

Finalmente, su cuerpo se despidió del pesado día, y la mayoría de cosas que pesaban en sus hombros fueron reemplazadas por lociones suaves y con un agradable aroma, tal vez a madera, era agradable para sus gustos.

La hora en el reloj le daba la seguridad de que llegaría con puntualidad a su trabajo, aun así, normalmente se tomaba la molestia de salir antes, vivía con ese persistente y molesto bicho susurrando en su oído.

phantom ✧ wriolletteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora