𝟎𝟑

130 21 2
                                    

Aquella fría noche, tuvo la no muy brillante idea de salir a dar un paseo, estaba demasiado confiado que su seguridad no estaría en peligro, tan solo deseaba despejar su mente del fantasma de su pasado.

Había pasado un año desde que Neuvillette pudo asegurar haber tenido una agradable noche, durmiendo lo correspondiente a sus horas, pero al parecer, hoy su racha se había desvanecido, intentó no pensar demasiado en aquello, a cualquiera podría pasarle, era tan solo una noche de insomnio.

Escondiendo las manos en los bolsillos de su abrigo color gris, caminó mientras sentía el contraste de la temperatura en su piel, su nariz estaba levemente más helada que su cuerpo, pronto llegaría el amanecer, tenía sentido que estuviera más frío el ambiente, y pensó que sería buena idea ver los primeros rayos salir, tal vez eso lo haría sentir más tranquilo.

Estaba tan equivocado.

Habían pasado al menos dos horas desde que un desconocido de notoria musculatura y cabellera negra prácticamente lo había salvado de dos hombres en plena madrugada, llevaba al menos cuarenta minutos observando el blanco techo de su salón, descansando su cuerpo en el sofá. Meditando toda aquella situación, llegó a una conclusión.

No sabía el nombre de aquella persona, tan solo aquel apodo por el que lo nombraron esos dos hombres.

"Duque"

No era que estuviera pensando por forjar algún lazo, su cara, su cara se le hacía bastante familiar, pero no podía recordarlo con claridad.

¿Tal vez de su tiempo como juez? No podría ser, él recordaba todos los rostros de las personas que estuvieron frente a él, peleando por su inocencia o tan solo esperando su castigo.

Finalmente, se deshizo de sus innecesarios pensamientos, sabía que no lo volvería a ver, no era tan estúpido como para arriesgarse a volver a aquel lugar tan solo por un nombre. Él tenía otras prioridades en el momento, aún no había enviado un solo mensaje a su familia, al menos, avisando que estaba en Francia.

¿Estaba siendo egoísta?

El suspiro que salió de sus labios lo hizo dejar caer su cabeza nuevamente en el respaldo del sofá, ya no tenía otra opción, al menos, un mensaje era algo más distante, no tendría que ver a sus familiares cara a cara, y es que, Neuvillette sabía perfectamente que sus reacciones no serían muy buenas, es decir un día tan solo desapareció y nadie supo nada de su existencia, tal vez hasta la alocada idea de un suicidio pasó por la cabeza de la gente que lo conocía.

En su familia se siguió por años el legado de seguir su vida en el ámbito judicial, para suerte de Neuvillette, a él le encantaba.

Pero hay cosas que simplemente no se pueden controlar, no tenía una mente fuerte para afrontar las consecuencias de sus actos ni sus palabras. Sufrió incontables veces debido a esto, dentro de aquellas cuatro paredes siempre llenas de emociones.

Ira, tristeza, disgusto, rencor, euforia.

Todas aquellas, e incluso otras más, parecían ser absorbidas por Neuvillette, las miradas y palabras cargadas de odio parecían afectarle cada vez más.

Neuvillette pareció bloquear su humanidad, ya no sentía culpa ni satisfacción, parecía un fantasma dando un veredicto, todo esto hasta salir de aquella sala, Neuvillette no podía recordar exactamente que había pasado dentro del lugar, y finalmente, decidió ni siquiera pensar en aquello.

Su familia, parecía confundida al ver a aquel Neuvillette indiferente y de mirada pérdida, ellos no podían entenderlo, nadie podía, ni su mejor amiga, después de todo, Furina abandonó la carrera después de la muerte de su madre, para sorpresa de todos, escogiendo una vida llevada a lo artístico.

phantom ✧ wriolletteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora