Uno.

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"11th Dimension" by Julian Casablancas

Lo que Matthew había entendido de la carta (a la que apenas le echó un rápido vistazo), con respecto a su alojamiento, fue que su compañero de piso iba llegar el mismo día que él.

¿Un panorama interesante? No.

¿Quiere que el hijo de puta llegue de una vez para poder odiarlo oficialmente? Sí.

Así que Matthew espera.

Espera el tiempo suficiente, golpeando impacientemente sus pies contra el piso pulido, para que su estómago empiece a gruñir, sus ojos se cierren solos y sus dedos tiren con ansias de la tela de sus jeans. Debido a que Matthew es jodidamente impaciente y odia a las personas ricas-¿dónde diablos está este bastardo?

Completamente inquieto, decide pasar el tiempo desempacando, algo que rara vez hace. Por lo general, cuando regresa de las vacaciones o cosas así, deja sus maletas en su habitación, llenas con ropa arrugada y calcetines sucios, permaneciendo intactas durante semanas, a veces meses. No es hasta que Matthew se despierta una mañana y se pregunta "¿Dónde fue a parar esa camisa..?" y las maletas están camufladas bajo pilas desordenadas de pantalones de chándal, que empieza a desempacar todo debidamente.

Es un problema de Matthew-siempre postergando las cosas, siempre olvidando. Pero se pone a desempacar ahora-hace un trabajo malditamente maravilloso, colgando las camisas en perchas y doblando sus pantalones pulcramente en los pequeños estantes-y una vez que su habitación está lo suficientemente presentable (salvo por el hecho de que está demasiado vacía para el gusto de Matthew; pero es, después de todo, sólo su primer día aquí), que da un paseo por las otras habitaciones de la suite. Se queda muy lejos de la cocina, ya que es un lugar que nunca ha comprendido totalmente.

Realmente no hay mucho que hacer con el lugar.

La falta de pertenencias personales de Matthew, combinado con la gran abundancia de basura ornamental estorbando las habitaciones, deja poco espacio a la creatividad y casi ningún margen de maniobra. Aún así, se las arregla para guardar cuidadosamente todas las pinturas inquietantes de lo que parece ser bestialidad (le importaba un carajo si existe un mito griego sobre un Zeus Mimetista*, un pájaro follando a una chica sigue siendo un pájaro follando a una chica) y pronto, la atmósfera sofocante comienza a tomar una sensación un poco más hogareña.

Tal vez hay esperanza todavía.

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Ya han pasado tres horas seguidas (y cuatro llamadas pérdidas de su madre a las que Matthew se niega a atender, gracias) desde la llegada de Matthew y cada caja de cartón ha sido desempaquetada y, sin contemplaciones, arrojadas fuera.

Así es como se siente el éxito. Y la soledad también.

Porque a pesar de que ya ha decidido que su próximamente-compañero de piso va a ser su mayor pesadilla, Matthew no puede dejar de notar que no ha llegado. Y está a punto de anochecer. Lo que significa que posiblemente no llegue. Lo que significa... que Matthew va a pasar la noche solo. Aburrido. Sin amigos o distracciones.

¿Y cómo demonios se supone que debe que lidiar eso cuando tiene ganas de ser entretenido? No comprueba la hora, porque eso sería insinuar que le importa, y decide resueltamente que dejará el piso. Saldrá, explorará, tendrá una cena en un pintoresco café para poder enviar a Keita bohemias fotos de sí mismo tomando té con la puesta de sol de fondo, con el fin de darle celos por no haber venido con él. Porque, maldita sea, mejor que alguien esté celoso de él cuando se siente tan miserable.

Agarrando las llaves y una bufanda, Matthew sale, y evitando a los crecientes grupos de pendejos ricos sentados en los jardines, llega a las puertas del campus y se cuela por la calle empedrada. Todo el tiempo sin preguntarse por el paradero de su compañero de piso.

🥂 (mattwoong's version)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora