03.- Taipán

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Ginny sonreía yendo del brazo de Harry

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Ginny sonreía yendo del brazo de Harry... ¡Qué importaba que el héroe no la quisiera!



Se iba a casar con ella.



¿Acaso importaba que amara a alguien más?



Ella soñó desde niña con su final feliz, con su cuento de hadas donde se casaba con un hermoso vestido blanco y con Harry Potter... sus amigos, su familia, todas las ilusas que desearían estar en su lugar.



Pero no.



Nadie más que ella, Ginevra Molly Weasley, sabe todo lo que ha tenido que soportar y callar para que ese matrimonio pudiera llevarse a cabo.



Harry, su perfecto final feliz, era gay y no conforme con eso estaba loca y perdidamente enamorado de una maldita y rastrera serpiente.



Ella lo notó desde el principio, ¿cómo no notar lo que ella conocía de primera mano?



Esas miradas llenas de devoción, el que los ojos de Harry viajaran hacia el rubio cuando aparecía en algún lugar.



La forma en como su Harry siempre hablaba de él... tratando de disfrazar su amor con odio.



—Felicidades, Harry, Ginny...– dijo George con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.



—Gracias.– ambos novios sonrieron.



—Harry, ¿crees qué podríamos hablar un momento?



—Claro, George.



El chico pelirrojo esperó hasta que su hermana se hubiera marchado y miró a Harry a los ojos.



—¿Estás seguro de esto Harry?



—George…



—Harry, eres como un hermano para mí, para todos realmente. Fred… bueno, Fred nunca me perdonaría si no hago esto, así que… ¿Estás seguro de querer seguir con esta boda? Estás a tiempo de echarte para atrás.



—George, es tu hermana con quien voy a casarme mañana… Tu familia…



—Mi familia desea que Ginny y tú sean felices, juntos o separados, pero en tus ojos no veo la felicidad de un hombre enamorado.



—George…



—También yo me enamoré de él, ¿sabes? También yo me perdí en esos ojos de plata y él fue bueno– George saco un cigarrillo muggle, tras la muerte de Fred les había tomado bastante gusto. —Soy un Weasley, no había mucha oportunidad para nosotros, pero debo decir, que ese maldito rubio sabe lo que hace.



—¿Fueron amantes?– Harry apretó el vaso con fuerza ¿realmente quería saber aquello?



—Amantes es mucho para describir lo que hubo, yo lo amaba, me confesé a él, y solo una noche él me hizo el amor, no sé si fue por pena o porque le resulte una perra rogona…– rió con amargura —Pero fue la mejor noche de mi vida, él nunca me maltrato de nuevo, nunca volvió a mirarme con frialdad y nunca se lo contó a nadie; yo estaba asustado al día siguiente, temía ser la burla de los Slytherin y que dijeran que era un… Pero ellos me ignoraban, parecía como si hubiera desaparecido de su radar de burlas– dio otra calada —Por eso no lo comprendo Harry… él te quiere y lo dejas ir… ¿Eres idiota? Si yo tuviera esa oportunidad me dedicaría a hacerlo feliz.



—Yo no…



—Quiero a Ginny, es mi hermanita, pero… si somos realistas, ella es una maldita molestia insoportable, además de que está enamorada de tu fama, quiere ser envidiada y admirada por casarse con el héroe mágico más importante del siglo, dudo mucho que ame a Harry Potter el hombre.



—¿Por qué me dices todo esto? ¿Es por él?




—Deseo de corazón que Draco sea feliz, si pudiera contribuir a su felicidad seria… bueno, creo que esa seria mi propia felicidad personal, pero también lo hago por ti y por el cariño de familia que te tengo; un matrimonio mágico es irrompible, estarás unido a Ginny para siempre y aunque se separen, nunca podrás unirte a nadie más.



—Y… y si quiero casarme con ella...



—Entonces te desearía lo mejor.



—Quiero estar con ella George, estoy completamente seguro.



—En ese caso– apagó la colilla y le dio la mano a Harry —Bienvenido a la familia.



Harry sonrió levemente y vio al pelirrojo cruzar el salón, deteniéndose esporádicamente para despedirse de familiares y amigos.



George salió a la fría noche y sonrió al cielo.



—Lo intenté, Gred…– susurro el apodo cariñoso con que llamaba a su gemelo.



Echaba tanto de menos a su otra mitad; se alejó caminando lentamente, y ya cuando había recorrido unos cuantos metros… cayó de rodillas ahogando un grito de dolor.



—¿Por qué lo hiciste?




Entre los temblores y el dolor lacerante de una maldición cruciatus levantó la vista para ver a Ginny salir del callejón oscuro.




—¿Por qué debías arruinar esto?



—Trataba de ayudarte…– intentó ponerse de pie, pero la pelirroja lo castigo de nuevo con la maldición.



—¿Ayudarme? ¿Llamas “ayuda” a intentar robarme a mi Harry?



—Ginny… esto…



— ¡Cállate!– grito. —Nadie va a robarme a mi Harry.



La chica se golpeó la cabeza con desesperación con ambos puños, había hecho tanto por quedarse con Harry Potter y nadie iba a arrebatárselo, no ahora, no tan cerca de la meta.



Harry era suyo.



—Ginny por favor… estás mal hermana…– George trato de razonar con ella a pesar del dolor.



Ginny volvió a azotarlo una, dos, tres veces, por periodos prolongados de tiempo con la maldición, hasta que George dejo de moverse y borbotones de sangre salían por su boca.



La chiquilla se asustó, no quería matar a George, solo darle una lección, era su derecho defender su felicidad ¿no? Después de todo lo que soportó.



Le lanzo un Obliviate al ensangrentado cuerpo de su hermano y lo dejo allí tirado manchando la acera con su sangre; quitó el hechizo de silencio ambiental y desilusionó su cuerpo, no lo encontrarían hasta que fuera tarde.



Aquello era culpa de George únicamente, si hubiera mantenido su maldita lengua fuera de sus asuntos. Se apareció en su habitación de Grimmauld place y se hizo la dormida, pudo escuchar a Harry y su madre decir que seguramente se había quedado dormida por la emoción y lo poco que descanso la noche anterior.



Nadie podía culparla de nada. George no podría culparla nunca.

El pelirrojo fue llevado a San Mungo

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El pelirrojo fue llevado a San Mungo. Se encontraba muy mal, sin embargo, no lo reconocieron inmediatamente, todo el mundo estaba muy pendiente de la boda del héroe mágico más importante del mundo; Molly lloraba, Arthur sonreía, todos estaban felices…sin adivinar lo cerca que estaban de perder a uno más de la familia.

La Opción de la Serpiente.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora