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Era un hombre encapuchado, sin rastro de su cara. Aria se mordía las uñas mientras el señor Firth le enseñaba todos los vídeos donde aparecía aquella persona.

— Debería cambiar la cerradura de inmediato, ir a comisaría — insistía su vecino — ¿Está segura que no le dio la llave a nadie?

— Señor Firth, mi hermana es la única persona con una llave a este apartamento — Rechistaba Aria.

Por eso mismo estoy aquí, durmiendo aquí, pretendiendo que soy ella.

Ni se le ocurre avisar a la policía — continuó.

Esa persona ha estado entrando en el apartamento de Elara, mientras estaba desaparecida. Todo lo que Aria pensaba que se había dejado su hermana descolocado, estaba puesto por esa persona desconocida.

Puedo ver la última vez que Elara salió de casa.

Aria tomó el mando de las manos del señor Firth, hasta que se encontró con ¿su hermana? Hacía cuatro días había salido de casa, a las cuatro de la mañana, Elara llevaba puesto un pijama con una bufanda al rededor de su cuello, tenía un cigarro en la mano. Bajaba las escaleras hacia la primera planta. Y jamás volvió.

Es todo culpa suya — Aria miró con desprecio a su vecino —, todo por no dejarla fumar en su terraza. Bajó a la calle y desapareció por su culpa.

Comenzó a sollozar con rabia, tenia un nudo en la garganta que no la dejaba respirar. Demasiado preocupada por su hermana, por la probabilidad de que fuese la última persona en verla, de haber hablado con ella.

— Señorita Wentworth, ¿Quién es usted?

— Señorita Wentworth, ¿Quién es usted?

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Un Hombre en Venecia [Colin Firth]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora