Capitulo 4

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— Pero tengo una condición — es lo último que logro decir espero que me haya escuchado y que no lo tenga volver a repetir

—¿Qué condición? — tiene cara de algo... de idiota, claro, que otra cara más puede tener, ayy!! Julen últimamente tus neuronas están fallando — mira que me estoy tomando el tiempo de escucharte

— Y yo de hablarte, porque créeme esto para mi es una desgracia

— Que feo que digas eso, todavía que me he ofrecido a llevar te, por lo amable que soy, está en mi sangre

— Y por eso debes de aceptar a esta preciosura — mostrando al lindo gatito que tenía en los brazos

— No — cómo es posible que pueda rechazarlo — esa cosa no va a pisar mi auto

— ¿Por qué? — digo indignado — mira que casi me matas, me debes muchos favores aun

— Mi abuela es alérgica a los gatos

— Y eso que tienen que ver aquí

— Que es el carro de mi abuela — ¿Cómo no era de él? Yo sabía que no era de él, ya le estaba teniendo envidia de la buena, aunque igual sigue siendo un auto muy lujoso ¿Por qué su abuela tendría un auto así? Que raro, aunque tal vez sea una abuelita con buenos gustos

— Ya y... — la verdad no sé qué más agregar

— Si llega a quedarse los pelos en los asientos, ella podría morir intoxicada — ¿Morir intoxicada? Seré bruto yo por no saber cuál es la respuesta a eso.

Bueno la verdad si soy bruto

— ¿Eso es posible? — preguntó con sierra intriga

— Acaso lo quieres comprobar matando a mi abuela — No quiero ser asesinos de abuelitas aún soy muy joven.

Esperen eso sonó algo raro, yo no quiero matar a nadie que quede claro y si tendría que hacerlo, el único candidato para eso sería él... él idiota que esta dentro de ese auto.

— No, pero si lo pongo dentro de mi mochila y tengo sumamente cuidado, aceptarías — es mi única solución o si no ya no hay de otra.

Yo soluciono.

No voy y simplemente me dejó llevar a dónde me lleven mis pies

— Pues... — vamos di que sí o mejor que diga que no y así logró lo que quiero, pero que flojera caminar, mejor que diga que si

— Mira que aún sigues aquí, y no en la cárcel — es lo único que se me ocurre, para intentar convencer.

— Ya ya ya, pero aleja esa cosa de mí — bueno está bien, todo sea por subirme por primera vez a un Mercedes.

Y lo siguiente que hago es introducirme al hermoso auto, Dios que suave es, nunca me olvidaré de esta sensación, que se quede en mis memorias porque será la primera y última vez que me pase. Dios yo sé que soy tu preferido, gracias.

Pero creo que me he dado cuenta de algo...

— Parece — creo que sí, ¿estaré en lo correcto?— parece que tú le tienes miedo

— ¿Qué? — Es lo único que me dice

— Al gato — ¿Será posible? — Le tienes miedo al gato — lo digo de forma burlona, como le podía tener miedo a esta hermosura

— No es cierto — uy si y yo tengo dinero

— Entonces tócalo — lo reto

— No gracias, esa cosa está toda contaminada, ni sabes dónde ha estado y huele — empieza a olfatear — huele un poquito extraño, o serás tú?

El Diario De JulenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora