CAPÍTULO 7

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La sala era un poco minimalista, si no fuera por esos elementos psicodélicos que no conseguía descifrar qué eran. Un hombre lo llevó hasta una silla que estaba en medio de la sala y lo sentó. No opuso ninguna resistencia.

ㅡ Vamos a ponerte esto ㅡ Dijo el hombre, y de inmediato sus manos fueron aprisionadas con unos aros de acero.

En ese momento, empezó a alarmarse por no saber lo que ocurriría.

ㅡ Voy a estar aquí al lado ㅡ El hombre salió por la puerta, al parecer, iba a estar al otro lado. Y de hecho, lo vio a través del cristal que poco a poco se volvió totalmente opaco.

Las luces se apagan, quedando a oscuras. Tenía miedo, no le gustaba la oscuridad, y mucho menos ver esas sombras que se hacían por la pequeña luz roja de emergencia encendida sobre la puerta.

El tiempo pasaba muy lentamente, tan lentamente que le daba tiempo a imaginar cualquier escenario en esa oscuridad y aprisionado de manos.

ㅡ ¡Tengo miedo! ㅡ Pero en realidad, ese momento sería el de menos temor.

El sonido de una fuerte explosión resonó en toda la habitación, quería huir, quería esconderse, pero no podía. Cerró los ojos durante unos segundos, pero al sentir una luz, los volvió a abrir, viendo unas imágenes que se proyectaban en las cuatro paredes de la habitación.

Las expresiones de las personas que aparecían en las escenas eran... Nunca había visto algo así, esa mirada con esos ojos tan abiertos y redondos, podía sentirse la desesperanza y como soldados frente una batalla, solo podían luchar por sobrevivir, luchando a sangre fría, terminando con la vida de los soldados del otro bando con sus propias manos.

El color rojo iluminaba la habitación, el fuego, la sangre, era lo único que podía visualizar.
Como cualquier niño de 10 años, no reaccionaba bien a esas escenas tan explícitas de la muerte de los soldados.

[...]

Los electrodos estaban por toda su cabeza y parte de su cuerpo, tampoco podía moverse, siquiera sus piernas, esa silla lo tenía bien sujeto.

ㅡ ¡No me deje aquí! ¡No quiero estar aquí! ㅡ

ㅡ No pasa nada Yunho, vas a estar bien ㅡ Dijo el señor Choi antes de volver a desaparecer de la habitación.

Como temía, no le hacía falta haber vivido muchas sesiones para haber aprendido que ahora las luces se iban a apagar. Y así fue.

Pero las luces no se encendieron, en cambio, empezó a escuchar unas voces que resonaban en toda la habitación. No era capaz de entender lo que decían, eran varias a la vez, como un cántico. Esos susurros se metían en su cabeza y lo atormentaban. Sentía calambres en algunas zonas de su cuerpo.

Al cabo de un rato, las luces volvieron a encenderse por fin.

ㅡ Toma un poco de agua, tendrás la boca seca de gritar ㅡ Le ofreció una pequeña botella de agua y le dio él mismo de beber, ya que aún no le habia liberado las manos.

¿Cuándo había gritado? No se había dado cuenta, no había sido capaz de escuchar sus propios gritos.

ㅡ Su respuesta fisiológica es la correcta ㅡ Dijo un hombre que le resultaba familiar... Su padre adoptivo.

Desprogramación (2ʰᵒ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora