Dos empresas se reunirían por primera vez en sus vidas, los negociantes estaban nerviosos, nunca veían a sus jefes en persona y mucho menos en encuentros como estos.
-Oficialmente se cierra el contrato, señores. No sé arrepentían.
Exclamó el organizador de aquella junta, mientras los dueños de dichas empresa se colocaron de pie y se daban un apretón de manos luego de firmar aquel contrato que los permanecería serca por muchísimo tiempo y que sin duda se lo disfrutarían como nunca.
Colombia dejo la pluma sobre la larga mesa de vidrio, ya era hora de irse, pues ya había firmado, lo único que necesitaban era su aprobación, lo demás no le interesaba, con tal de tener ganancias estaba bien con eso. Antes de ponerse de pie, fijo sus ojos en ahora su nuevo socio, le pareció atractiva la propuesta, sin importar que tan mal le parecía hacer un contrato con una empresa de licor... y digamos que no solo le parecía atractivo eso, sino también su negociante.
Sus deseos se centraron completamente en el soviético, quería tenerlo, sin importar las consecuencias, el hombre se veía serío, de un carácter fuerte y bien respetado. Así le gustaban a él, no perdía nada intentándolo, así que, en una de esas dichosas fiestas organizadas por sus negociantes, al obtener dinero... muchísimo dinero, sacando a el mercado aquel producto algo extravagante al principio, pero que logro llamar la atención de los consumidores, Colombia vio la oportunidad de acercarse a el grande e intimidante empresario.
Unión aburrido y cruzado de brazos en uno de los asientos, miraba fijamente a todos los falsos contratistas alrededor de toda la sala, solo asistió por cortesía y porque desde hace mucho no salía de su cabaña, también, quería liberarse un poco de sus hijos que lo traía agotado día a día con sus quejas.
-que aburrido.- susurro en su idioma, bajo un momento su mirada hasta que vio unos zapatos adelante de él, sus ojos se fijaron en aquel tricolor que lo miró fijamente por un momento tratando de saber cómo empezar una conversación.
-señor unión, lo veo muy aburrido.- dijo el colombiano, se sentó al lado de él con dos copas de vino en la mano, le ofreció una a el euroasiatico y la otra se la quedó él.
Unión recibió la copa de vino y miró a los ojos a el cafetero.
-Si, no me gustan las fiestas.- tomo un poco de vino y miró la copa detenidamente, era uno de los vinos que más le gustaban. Colombia no sabía, pero también era su vino favorito.- Buenos gustos.
Pasaron las horas charlando, hasta que en un punto de la conversación se desconocieron por completo, las miradas decían más que las palabras y la tentación que observaron del otro era evidente, hasta para llegar a la conclusión que sus cuerpos gritaban para estar mucho más serca del otro. Pero, también sabían que tenían que mantener cierta distancia adelante de los presentes, era una nueva tortura para ellos.
Unión se acercó en poco a él latino hasta que sus piernas quedarán juntas, lo que le decía a Colombia que se marcharán de allí; Colombia lo miró a los ojos, fijando sus miradas, una sonrisa de parte del Colombiano dió luz verde a sus tentaciones más personales.
Despidiéndose de todos individualmente, para así no despertar sospecha alguna, unión espero con paciencia a el cafetero en la salida al lado de su auto, Colombia al salir y antes de partir a otro lugar junto a él soviético, tuvieron una conversación.
-Eres astuto- hablo unión mirando a el más bajo a los ojos, se coloco al frente de él- aunque, ya se me hacía raro tu acercamiento... Lo hiciste para provocar algo más que solo una amistad entre socios o ¿Me equivoco?
Colombia pensó bien en que responder, pinto una sonrisa, había sido descubierto y respondió lo más sincero posible.
-No, no te equivocas-el colombiano acercó su mano a la tela del suéter del más alto- y al parecer yo tampoco me equivoqué, si te dejastes provocar, entonces también eso es lo que quieres.- un pequeño silencio entre los dos y sus cuerpos cada vez más cerca de darse un primer beso.-dime ¿Que harás al respecto?