Kuroken

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Se sentía solo, sabía que no lo estaba, pero aún así tenía ese sentimiento horrible en el corazón.

Su padre, la persona que consideraba mejor amigo, consejero y su todo había fallecido, no pudo vencer su enfermedad y acabó por consumirlo.

Kenma estaba llorando, encerrado en su habitación sin querer salir, ni siquiera se había presentado a clases o a los entrenamientos pese a ser el capitán del equipo cuando Kuroo se graduó. Había pasado por tanto dolor en tan solo 17 años de su vida. Primero su madre había fallecido cuando el tenía tan solo 10 años, un accidente automovilístico por un conductor borracho había causado la trágica muerte. Se quedó con su padre con quien, a pesar de todo, pudieron seguir adelante, compartiendo su pasión por los videojuegos, por crear postres o hacer alguna otra cosa, ahora la vida tambien se lo había quitado.

Y Kuroo no estaba con él en ese momento, estaba muy ocupado en la universidad, tanto que el pelinegro le había comentado que había noches en las que no dormía.

Lo extrañaba tanto.

Escucho el sonido de la puerta siendo golpeada suavemente y luego alguien entrando cuidadosamente — Kenma... tus amigos vinieron a verte — Dijo Jun, su madrastra, al final de todo su padre pudo volver a enamorarse y tuvo una pareja, no le dio tiempo a casarse, pero si a comprometerse.

— No quiero ver a nadie — Susurró con la voz entrecortada.

— Lo entiendo — La mujer miró con tristeza al menor y salió de la habitación cerrando la puerta con cuidado.

No es que Kenma odiara a la pareja de su padre, solo que no podía acostumbrarse a ella, si le tenía bastante cariño porque ella era una omega bastante tierna y cariñosa, cuidó a su pareja con todo el amor y dedicación del mundo, apoyando financieramente y a Kenma emocionalmente, todo sin pedir nada a cambio, Kenma sabía que ella también estaba sufriendo bastante pues iba a casarse con el hombre al cual ella consideraba el amor de su vida, pero todo se vio arruinado por los crueles destinos que se habían sentenciado. Sabía, en serio que sabía que ella también estaba sufriendo bastante, que al menos debería darle unas palabras de apoyo, pero ni siquiera podía levantarse de su cama y continuar ¿Como podría apoyar a alguien más si nisiquiera podía ayudarse a sí mismo?

Nuevamente Jun entró a la habitación, pero esta vez en silencio dejó un plato de comida y levanto otro que aún tenía el contenido intacto que había llevado en la mañana.

— Jun — Llamó el teñido sin levantarse de su cama, mirando del lado opuesto donde se encontraba la joven, la nombrada pareció sorprenderse.

— ¿Si? —

— Gracias por todo, se que tu también estas triste, pero no estas rendida como yo y me estas cuidando, gracias—

La pelinegra sonrío dulcemente — Es más duro para tí, ame a tu padre y todo de él, eso también te incluye, estaré para todo lo que necesites —

El rubio asintió y escuchó como Jun salía de la habitación, estaba solo de nuevo. Sabía que sus amigos estaban preocupados por él, tenia mensajes a montones por los chicos del club, de su clase y amigos de fukurodani, karasuno, shinzen, también algunos de Kuroo, pero no se molesto en revisar su celular, ni siquiera había tocado sus videojuegos en tres semanas.

No estaba solo, pero el se sentía así.

Pasaron dos horas sin levantarse de su cómoda cama, sus ojos se habían quedado sin lágrimas, no quería dormir, pero tampoco seguir despierto, su aroma a coco se había desvanecido casi por completo, porque se había vuelto débil.

Escucho la puerta siendo golpeada tres veces, pero nadie entró, Kenma se extraño ya que Jun entraba con normalidad porque sabía que Kenma no le negaría la entrada, pero tampoco se iba a levantar para abrir la puerta.

Aromas 《Haikyuu》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora