8

167 25 1
                                    

Dulces sueños…bestia.

Ella miraba su reloj, molesta. ¿Que se creía ese plebeyo para hacerla esperar?

Habían dicho que se verían de nuevo, y ella se había servido en bandeja de plata yendo directamente hasta allí pero ¿Dónde estaba el? Estaba muy ofendida.

Había esperado horas, cada una fue una estocada a su orgullo que termino de enfurecerla.

Algo se se movió entre los árboles y ella se levantó de inmediato de la roca en la que estaba.

—¡Usted! ¿Ha visto a un muchacho por Aquí?

—Supongo que si —Respondio el, encogiéndose de hombros y chasqueando los dedos.

Ella de inmediato termino dentro de una burbuja de pensamiento. En cuanto eso paso, el valiente corsel de la doncella huyó despavorido.

—Necesito un corsel—Sonrio burlón, viendo a Phyronica, quien en su forma de cuervo agachó la cabeza en un acto más de fastidio que de devoción

(…)

Y ahí estaban ellos, viajando a gran velocidad en un intento de llegar al príncipe donde estaba aurora antes de que fuera demasiado tarde, sino es que ya lo era.

No, no había tiempo para pensar así, debían ser rápidos.

—¡Mas rápido!

De pronto, una fuerte sensación lo invadió por dentro, sentía a su magia moverse fuera de su control, fue entonces cuando lo supo. Era tarde.

Phyronica seguía galopando pero el lo detuvo, jalando su melena de forma un tanto sutil.

—Es tarde…Demasiado tarde.—Confeso, recargando su cuerpo en el corsel.

Aún así…no podía abandonarlo, no así.

—¡Avanza!

(…)

Ford entro a la habitación junto con su escolta, toda la familia Corduroy ya había llegado, todos a los pies de la cama, observando al joven que yacia muerto en la cama, muerto, cuando antes, irradiaba vida.

—¿Que…que es lo que han hecho?—Pregunto el, atónito.—Mirenla, miren lo que han hecho.

Uno de ellos hablo.

—Solo está dormido.

—Dormido…¿Dormido?—El rey se paseo por el contorno de la cama, todos se quitaron de su paso, hasta que llegó con aquel pelirrojo sue había hablado.—Dormido…¡Para siempre!

La muchacha hablo.

—Pero, ¿Y el beso, señor?—Pregunto ella, mirando a los demás, buscando su apoyo.

—Si, de amor verdadero—Respondio otro señalando sus labios.

—Ese amor…no existe.

—Pero, alteza, es su única oportunidad.

El hombre los miro con fuerza y empujó a quien estaba a su paso para salir de la habitación con un azotón.

(…)

—Mi señor, si entramos ahí es una muerte segura—Señalo Phyronica a los hombres armados en la parte superior de la muralla que rodeaba el castillo— Te están esperando. No hay vuelta atrás.

 El amor verdadero (Billdip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora