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De vuelta a casa, Príncipe Dipper.

—¿Debimos haberle comprado un regalo?—Preguntó Wendy, afilando su hacha con una piedra.

—¿¡Que más da?! Deberíamos alegrarnos ¡Mañana volvemos al reino!—Confeso el mediano de los pelirrojos.

—¿Mañana?—Pregunto el más corpulento de ellos.

—Si, mañana Dipper cumplirá 16 y su padre nos ordenó que lo lleváramos con el.—Respondio, con tono obvio.

—No, dijo un día después de su cumpleaños.

—Antes.

—Despues.

—Antes.

—Despues.

—¡Antes!

—¡Después!

—¡Ya basta!—Grito Wendy lanzándole la roca, rompiendo una ventana y de paso, terminando de romper una repisa que cayó y dejó caer algunos tomates sobre el menor de los hermanos. Ensuciando al instante toda su cabeza.

Todos comenzaron a reírse, lo que lo enfadó aún más y se lanzó como una bestia sobre ellos.

El piso se convirtió en zona de guerra, los utensilios de cocina en armas y ellos en guerreros que planeaban conquistar en esta batalla.

Hasta que la puerta se abrió.

—Hermanos, tengo que hablar con ustedes.

Todos se miraron entre ellos, y se levantaron a tropezones.

—Si?—Preguntaron todos de forma casi inhumana.

—Yo, hoy cumplo 16 años…

—Oh, si!—Todos corrieron en círculos buscando muchas cosas. Hasta que las encontraron volvieron todos a su lugar—¡Ta-ráán!

Era un pastel casero. El glaseado se estaba cayendo, el pan a simple vista se notaba crudo, y los tres pisos de pan estaban mal colocados.

Era…bellísimo. No pudo evitar sonreír. Sobretodo cuando los menores pusieron cerillos sobre el pastel y los encendieron.

—…y me voy a mudar.

El pastel termino su triste vida en el suelo. Se lamentaría, pero mejor, así. Había tenido 15 pasteles de cumpleaños en toda su vida y no había uno que no le causara problemas estomacales.

—¡No nos puedes arruinar esto!—Grito Wendy—He pasado 15 años de mi vida aguantando estos 3 y a papá, aquí en esta cabaña de mala muerte, no lo vas a arruinar un día antes.

—¿Arruinar que?—Sintió una mano en su hombro

—Te llevaremos con tu padre.

—¿Que…?

El suspiro, a pesar de su visco mirar, pudo reconocer la tristeza en ellos.

—Dijeron que mis padres murieron…que me encontraron en el bosque.

El más corpulento de ellos, uno de sus "hermanos" mayores que, a pesar de su imponente figura…era el más sentimental de los 4; se acercó a el y acaricio su cabeza como siempre lo hacía.

—Es mejor que te sientes…

(…)

No.

No podía ser real. Quería que le dijeran que todo era una pesada broma y que no se preocupara.

Quería que Bill lo envolviera en sus brazos.

 El amor verdadero (Billdip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora