9

184 29 5
                                    

El amor verdadero.

—Ella no es! Tendremos que buscar a otro

—Yo realmente creí que era ella!

Suspiraron y ella se ofendió mucho.

—¿Disculpen? Se nota que ustedes no saben con quien están hablando, bola de plebeyos.

—¿Cómo nos llamaste?! Que te hace pensar que somos plebeyos?!

Todos se levantaron, muy ofendidos por el comentario. Pacifica no retrocedió, sino que sonrió con egocentrismo.

—Por sus ropas desgastadas y de mal gusto.

Esto provocó la irá de los presentes quienes comenzaron a perseguirla, saliendo todos de la habitación.

Un fuego llameante contorneo las puertas de la habitación y se cerraron de golpe.

Bill se acercó, sin dejar su elegante porte ni su frente en alto. Siempre indiferente.

Lo miro, y toda esa indiferencia se esfumó, era su bestia, su pequeño. Lo había visto crecer, sobrevivir. Le era tan doloroso el como había sobrevivido a una familia tan agresiva como los Corduroy, fallado en todos sus intentos de suicidio accidental en la niñez…y morir por el.

Tal vez si era un monstruo después de todo.

—No te voy a suplicar que me perdones, no es mi estilo.—Sonrio, tal vez su pequeña bestia también se habría reído, pero ya no estaba—Lo que te hice es imperdonable. Me cegó el odio, la venganza.—Apreto el bastón con más fuerza—Querido dipper, te adueñaste de mi corazón, lo reparaste. En cambio yo, destruí el tuyo. Y ahora no te tendré nunca…

Espero, como si milagrosamente sus palabras tuvieran un efecto, como si fuera otra broma y que en cualquier momento despertaría y le diría que todo estaba bien.

Pero no, no todo estaba bien y los milagros no existían.

—Te juro que nadie podrá lastimarte en tanto yo tenga vida, y que con cada día que pase tu sonrisa me hará falta—Acaricio su mejilla, y se acercó a dar su último acto de afecto hacia algún humano, o cualquier otra persona.

Un beso, un beso como aquel regalo que hace tiempo le habían dado, pero este era con verdadero afecto, era honesto, por qué en el proceso de destruir al enemigo, termino destruyendo a quien más amaba.

Suspiro y se dio media vuelta.

—Hola, mi ángel.

Se volteo rápidamente, impactado por lo que estaba viendo.

—Hola…bestia.

Sonrió, viéndolo y el también hizo lo mismo.

Más apartada y recargada en un pilar Phyronica sonrió.

—Amor de verdad…

(…)

Salieron a los pasillos, los guardias se habían ido, igual que los sirvientes. Era como si de un miembro a otro hubieran vaciado el castillo sin más.

—Iremos de vuelta al páramo?—Pregunto dipper a la espalda de Bill quien lo miro y sonrió.

—Solo si es lo que deseas.

Siguieron caminando, Bill adelante, protegiendo. Miro a todos lados pero no había rastro de la amenaza.

Un ataque le cayó literalmente encima, una red de metal, no, hierro.

 El amor verdadero (Billdip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora