El amor verdadero (Billdip)

2

Romance que terminó en tragedia.

El viento soplaba con la misma fuerza que las pisadas de un ejército que se acercaba sin buenas intenciones al páramo.

Un rey avaricioso que lo comandaba que había prometido algo que no podría cumplir: el dominio del páramo. Al menos no si el estaba ahí.

Bill, ahora con 18 años de edad, se presentó frente a ellos dispuesto a defender su hogar.

—¡¡¡den la vuelta!!! —Grito Bill, con el fin de no atacar a nadie.

El rey solo se mofo.

—¡un rey no obedece a un elfo con alas!— Respondió gritando de igual forma. Las risas invadieron el viento por el comentario del rey.

—¡¡Yo no te considero mi rey!! —Bill no tenía mucha paciencia, no con los humanos.

La batalla comenzó en desventaja para Bill, uno contra un ejército no era nada justo.

—¡Únanse a luchar conmigo! —Grito Bill mientras aterrizaba

La tierra bajo sus pies comenzó a agrietarse y simultánea de eso comenzaron a brotar raíces que pronto se volvieron los guardianes del páramo.

La batalla siguió su curso, los humanos tenían el hierro a su favor pero Bill y su gente tenía una razón, una motivación fuera de la riqueza y el poder: Proteger.

Bill se abalanzó sobre el rey y agresivamente con una daga le saco un ojo, el rey en un intento patético de defenderse golpeó a Bill con su armadura de hierro, y el predecible ardor en la zona no se hizo esperar.

El fin de la batalla se dio con la retirada de las tropas del rey, poniendo fin a la horrenda masacre pero no a la guerra.

—Buen trabajo chicos y gracias —Agradecio Bill con su característica sonrisa y una reverencia que fue correspondida.

(…)

Una vez el rey volvió a gravity falls junto con su ejército, convocó una reunión.

—Ustedes al igual que yo sabemos que no me queda mucho tiempo —Comenzo su discurso el rey, posado sobre su cama. Cada palabra era un esfuerzo.—Asi que daré mi último deseo… —Hizo una pausa para tomar aire y continuo— Deseo que quién mate al maldito demonio que me costó un ojo —Tosió— tome mi puesto como rey.

Al terminar su frase una escandalosa tos lo invadió, al igual que un charco de sangre que salió disparado de su boca.

Un joven de ahora 22 años, se acerco, de había vuelto el curandero del castillo y su deber era permitirle más días de vida al rey.

—No importa quien sea, plebeyo o noble, guerrero o granjero. La quiero muerta.

Todos asintieron y se marcharon mientras el rey era atendido.

(…)

Ford, quién hacia años no pasaba por ahí, volvió gritando una y otra vez el nombre de Bill con angustia y desesperación.

Un reconocible y fuerte aleteo en el viento le hizo saber que no estaba solo.

—¿Y? ¿que tal la vida entre los humanos? —Escucho a sus espaldas

—¡Bill! ¡el rey! ¡el rey a pedido tu cabeza!

—No la tendrá

— ¡Bill! ¡te van a cazar! ¡confía en mí!

Bill suspiro y lo miro por unos segundos para luego sonreír.

Bill perdono a Ford por dejarse llevar por la avaricia y envidia. Era como si los años no hubieran pasados y todo volviera a ser como algún día fue.

Ambos platicaron, poniéndose al día con los momentos perdidos mientras Ford le invitaba a tomar un trago de una alcholizante bebida humana.

La bebida hizo efecto pronto, metiendo a Bill en un profundo sueño, tomándolo recargado en el hombro de su amado.

En un momento de seguridad y avaricia, Ford saco de su bolsa una daga de hierro, listo para clavarsela en el pecho al demonio y acabar con todo de una vez por todas.

Cuando llegó el momento Ford saco de su bolsa una daga decidido de clavarse la en el pecho pero un sentimiento de cariño se lo impidió .

Bill despertó conun severo dolor en su espalda y en el ojo derecho se tocó ya que sintió algo húmedo vio sus dedos y era sangre pero no su ojo. Al intentar levantarse sintio un dolor punzante en la espalda se sintió y no tenía sus alas intento voltear pero no logro ver nada.

Empezó a llorar pero no por el dolor de su espalda u ojo derecho sino por dolor de su corazón. Que soltó en un grito desgarrador.

Por otro lado, Ford estaba arbustos atrás escuchando los desgarradores lamentos de Bill.

—Lo lamento Bill —Susurro pero no lo suficientemente fuerte para ser escuchado…

Para ser perdonado.

Ese día Bill cipher hizo un juramento: Jamás volvería a confiar en un humano.