Sus manos apretaron la tela de la camisa azul empujándolo contra la pared, arrugando la tela de la misma prenda. ¿Cuánto costaba? No era de su interés, sólo quería deshacerse de ella lo más rápido posible, estorbaba en su propósito de dejar a su disposición al mexicano. Soltó un gruñido entre besos cuándo sus manos fueron detenidas a media acción de desgarrar la prenda. El mexicano lo empujó lo suficiente para deshacerse de su camisa, tirándola a alguna parte de la habitación. Pronto, el moreno volvió a tomarlo por la cintura, atacando directamente hacia su cuello, besando y succionando la piel bronceada del cuello, delineando con su lengua la manzana de adán del piloto y aprovechando para meter su mano bajo la tela de ese pantalón y aquellos bóxers negros que el menor portaba.
Los jadeos del mexicano resonaban por las paredes de la habitación, el ambiente había escalado demasiado rápido pero no era algo a lo que ambos hombres no estuviesen acostumbrados. Podían pasar de estar hablando a estar con sus bocas demasiado ocupadas en otras cosas en cuestión de minutos, y ambos hombres sabían que lo iban a disfrutar. Sólo esperaban no despertar a sus compañeros que se hospedaban en las habitaciones de a lado, o en el peor de los casos, que sus jefes se enteren que se comían a espaldas de ellos.
Su lengua se peleaba contra la del británico, mientras buscaba agarre desesperadamente de los cabellos del moreno. Pronto sus manos encontraron el agarre perfecto, las trenzas del cabello del mayor. Las manos del británico pasaron con rapidez a sus glúteos, empujándolo hacia arriba, haciendo que el tapatío enrollase sus piernas alrededor de su cintura. Se dirigió hacia la habitación hasta topar con la cama y dejar caer al mexicano en esta, quien rió con suavidad ante la brusquedad del británico.
"¿Desesperado, mi amor?" El mexicano mencionó con un tono burlón, apoyándose en sus codos mientras observaba al británico despojarse de su camiseta. Separó sus piernas y el británico sonrió arrodillándose entre estas y desabrochando el pantalón del mexicano. "Un poquito" Respondió el británico en un intento de español muy mal practicado. El mexicano soltó una pequeña risa mientras tomaba del brazo al británico y tiraba de él hasta dejarlo encima suyo.
Con ambas manos a cada lado del rostro del mexicano, Lewis se inclinó hacia abajo, capturando nuevamente los labios de su amante en un beso más amoroso que los anteriores. Nuevamente se reincorporó y tomó los bordes del pantalón del mexicano, tirando de ellos hacia abajo y dejando que el latino termine con el trabajo mientras él se deshacía de los propios. El mexicano empujó sus últimas prendas con sus talones y se apoyó en sus codos, observando el pequeño espectáculo que el moreno le proveía.
Los bíceps del mayor se tensaban con los movimientos bruscos hechos. Las venas de sus manos se marcaban por la fuerza aplicada al desabrochar aquellos pantalones de mezclilla que se ajustaban en los lugares correctos de las piernas del moreno. Sus ojos se deslizaron al ver un par de letras asomarse cuando el moreno desabrochó sus pantalones. "Calvin Klein". Una sonrisa se posó en su rostro mientras se mordía los labios al ver cómo el miembro del moreno saltaba de su prenda.
Tan pronto y la última prenda tocó el suelo, el británico se encontró nuevamente encerrando al mexicano contra su cuerpo, sintiendo la piel caliente de los muslos del mexicano alrededor de sus caderas, abrazándolo en un fuego pasional. Sus gélidos dedos se deslizaron sobre la tersa piel de las piernas del mexicano mientras sus gruesos labios envolvían uno de los pezones del latino, dejando pequeñas mordidas sobre estos y sacándole gemidos suaves al menor quien temblaba bajo suyo.
Dos dígitos anteriormente lubricados, se presionaron contra la entrada del hombre bajo suyo, empujando con suavidad mientras el piloto de Red Bull encorvaba levemente su espalda, sintiendo la sensación familiar de sus paredes estrechándose ante la repentina intromisión. Suaves jadeos salían de los labios del latinoamericano, junto con pequeñas maldiciones en su idioma natal que hacían sonreír con superioridad al moreno.
"Te ves tan lindo gimiendo, Sergio." Susurró el moreno sobre la oreja del mexicano, empujando sus dedos hasta que sus nudillos chocaron contra los glúteos. Escuchó un gruñido gutural por parte del menor y empezó a embestir suavemente con sus dedos, sintiendo las pequeñas uñas del menor rasguñar sus brazos tatuados que sostenían su cuerpo.
"Maldita sea." Gimoteó el mexicano moviendo sus caderas bajo el moreno, buscando más de aquellos gordos dedos que lo penetraban de manera tortuosa. "No soy un puto virgen, Hamilton. Fóllame bien." El moreno rió suavemente contra la piel blancuzca del mexicano. Dispuesto a cumplir la petición de su amante, arremetió con más fuerza contra el trasero del menor, sacándole un gemido agudo al hombre mientras encorvaba su espalda y sentía como los dígitos del británico golpeteaban su próstata de manera exquisita.
Aquel gemido había sido suficiente razón para que el británico empezase a golpear con más insistencia la próstata del mexicano con sus dedos, escuchando cómo gemía bajo suyo y rogaba por más. Sus ojos se pasearon por la muy pornográfica imagen bajo suyo; El mexicano se encontraba con los ojos cerrados y las mejillas de un color carmesí mientras de sus labios hinchados se encontraban separados y de su boca salían balbuceos; el cuerpo del menor se encontraba con una fina capa de sudor que perlaba su cuerpo y se podía observar cómo ciertas gotas se deslizaban por la piel del abdomen del mexicano y se paseaban por las costillas hasta deshacerse contra la sobrecama.
Sus ojos volvieron nuevamente al rostro del menor cuando éste mencionó su nombre entre jadeos, encontrándose con la imagen del lujurioso mexicano observándole con una pequeña sonrisa."Di...¿Disfrutas la vista, eh?" Vaciló el mexicano antes de gemir nuevamente ante una suave embestida que casi lo lleva al borde del orgasmo. "¿Disfrutas de mis dedos dentro tuyo, ah?" Devolvió el moreno, recuperando la corta distancia que había alargado para poder disfrutar del espectáculo que le daba el mexicano. El mexicano gimoteó al sentir su vientre tensarse y se corrió sobre su abdomen, sonrojándose ante las palabras del británico quien sonreía vacilón.
"No sabía que te gusta que te hablen sucio" Bromeó el moreno mientras se inclinaba a besar los labios del mexicano. "Cállate, pendejo." El moreno se rió suavemente ante el insulto antes de atrapar los labios del mexicano en un tierno beso, deslizando sus dedos fuera del menor, haciéndolo jadear levemente.
"Te amo, Sergio." Susurró entre besos mientras acariciaba la piel suave de su amado. El menor se sonrojó antes de abrazar al moreno por el cuello y tomar sus labios en un profundo y lento beso, intentando expresar el mismo sentimiento cálido que las palabras del británico habían plantado en su pecho.
ESTÁS LEYENDO
Busy Week | Chewis
Fanfiction7 días de la semana donde Checo y Lewis estuvieron muy ocupados. Explícito.