03

40 4 0
                                    

Otra vez mis ojos se abren, esta vez todo está en silencio.

La tranquilidad dura poco cuando mi mente comienza a recapitular lo ocurrido en la mañana, entonces me cubro el rostro avergonzado.

¿Qué pasó luego?, no tengo idea, me dormí, supongo.

Me levanto de la cama para ver el reloj de la repisa.

Mis pies comienzan a doler cuando hacen contacto con el frío piso, obligándome a mirar hacia abajo.

Tengo... Tengo los pies vendados.

¿Por qué?

Confundido, vuelvo mi vista al reloj, son las cinco de la tarde.

Mi estómago gruñe, exigiendo alimento.

Reviso mi celular, totalmente en blanco. El último mensaje que recibí fue... hace mucho. Mi historial de llamadas está desolado. No conecto con nadie, ahora que lo veo.

Salgo de mi habitación atravesando el lamentable mural en silencio, no quiero llamar la atención de nadie en un buen tiempo.

A lo largo del pasillo sólo hay oscuridad, las escaleras están relucientes, no hay rastro del suceso anterior.

Bajo lentamente, evitando hacer ruido a toda costa.

Mis pies duelen con cada pisada, así que suelto algún que otro quejido involuntario en voz baja.

Cuando por fin llego a la cocina, abro la nevera para sacar otro pedazo de pastel.

—No piensas sobrevivir a costa del pastel de Emi, ¿no?

Doy un respingo asustado. ¿Cómo no pude darme cuenta de que estaba ahí?, debí ser más precavido.

Mi cerebro se bloquea, no sé qué hacer a continuación.

Me quedo rígido en mi lugar, con el plato en la mano.

—¿Fran? —me nombra con intención de obtener mi atención— Fran.

Escucho el chasquido de sus dedos, por más que quiera responder de alguna forma, se me es imposible hacer algo.

Entonces toma el plato, lo regresa a la nevera, y saca algunos ingredientes de la alacena.

—Voy a hacerte el almuerzo, si no te molesta —desiste de esperar mi respuesta.

Entonces algo en mi mente me obliga a reaccionar.

—G-gracias —pronuncio en voz baja.

—¿Qué?, habla más fuerte —pide, con el ceño fruncido.

—Gracias —repito, luego de carraspear.

—Ah, no agradezcas.

Luego de eso el silencio hizo presencia, carcomiendo cada centímetro de mí.

Comienzo a mover mi pie inquieto, lo que acaba por dolerme.

—No lo muevas tanto —niega con la cabeza, examinando mi acción—, se te habían clavado unos vidrios del vaso que quebraste esta mañana, tuve que vendarte porque sangrabas muchísimo.

Algo en mi interior se remueve violentamente al escuchar esas palabras.

¿Cuidó de mí?, ¿por qué?, ni siquiera lo merezco...

—Gracias, pero no era necesario —replico con voz ronca.

Observo cómo su cuerpo se estremece un poco: —Claro que lo era —afirma—, tendrían que amputarte algo si no lo hubiese hecho.

Eso me dejó algo en claro.

Nadie más se había preocupado por mí.

Auch.

—¿Por qué actuaste así esta mañana? —pregunta con interés, sin perder el tono casual.

Tardo un tiempo en responder. ¿Y, qué diría?

—No lo sé —confieso, suspirando—. Desde ayer siento que todo se me vino abajo y... No lo sé.

Siento que parezco un niño estúpido, un ultrasensible, incapaz de tolerar los malos ratos. Qué exagerado soy.

—¿Desde ayer? —parece sorprenderse—, ¿por qué sientes eso?

—Puede que contestar sea demasiado humillante.

—¿Y?, ¿por qué humillante?, ¿crees que voy a burlarme de ti? —me mira—, porque si es eso, definitivamente no estoy en posición de hacerlo.

Exhalo, sintiéndome vulnerable y estúpido.

—Dime qué pasa —pide, dulcemente.

—Creo que... nunca me había dado cuenta de... lo solo que estoy —admito, sin mirar sus ojos—, todos me hicieron de lado, y verlos tan bien juntos sin mí, cuando solía ser el «líder»...

—¿En serio? —dice con incredulidad, con aires de indignación—, ¿nosotros te hemos dejado de lado?

—Déjame terminar —ordeno con tristeza, en respuesta hace silencio—. Siento que perdí el grupo que éramos, de pronto todo se disolvió y... estoy perdido, ¿dónde quedé?

De sus labios sale un suspiro atónito.

—Ahora dime, ¿por qué me abandonaron de mi propio equipo?

—Francisco, nosotros no dejamos nada, si alguien abandonó a su equipo aquí, eres tú —afirma con seguridad—. Si tú empezaste a alejarte es totalmente tu problema. Es decir, ¿por qué vas a culparnos por irte? No me malinterpretes, claro que nos afectó tu ausencia, pero no podemos estar detrás de ti.

—¿Estar detrás de mí? ¿Al menos sabes qué me pasa? —cuestiono, algo enfadado.

—¡No!, y ese es el problema. Intentamos miles de veces preguntarte qué coño te pasaba y no quisiste respondernos. ¿Qué querías?, ¿que esperaramos todos los días tras tu puerta a que algún día decidieras salir? —cuestiona a su vez entonces.

»Porque si es así, que sepas que es lo que he estado haciendo todo este tiempo, soy la única persona que se ha quedado hasta vendarte los pies, hasta hablarte en este instante, porque ya el resto entendió que simplemente no nos necesitas.

Me quedo en silencio, internalizando sus palabras.

—Mira, Fran, yo no puedo olvidar todo y ya, verdaderamente quiero que vuelvas, porque te extraño. Me tienes aquí, pero si quieres al resto, tendrás que ganarlos por tu cuenta. No puedo ser tu sombra.

—Pero yo... —intento defenderme, pero simplemente no tengo argumentos válidos.

—Buen provecho, Fran, y buena suerte.

Entonces Ram se marchó de casa, otra vez dejándome solo.

💜



AQUÍ ACABA DE EMPEZAR LO BUENO MUAJAJAJAJAJÁ.

(Cherry, cálmate)

Okay, okay, gente bella. Decidme qué pensáis de este capítulo (¿por qué estoy hablando así? xD)

Vamoh con todo, que empezamos fuerte.

Al Fran se le cayó la vendita de los ojos :c

¡Gracias por leer!

¡Han Pasado Muchos Meses! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora