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Apago el ordenador, giro lentamente en la silla, dándole, entonces, la espalda. Las luces moradas del fondo no alumbran tanto como de costumbre.

Mi habitación se siente algo pequeña, pienso que hay cosas aquí que sobran demasiado, aún así me siento absorto y completamente vacío.

¿Cuánta basura tengo acumulada?, hace unos meses que no ordeno esto...

Doy la media vuelta para volver a mirar mi espacio de trabajo.

Cuando me incliné para sorber del popote de mi refresco, reparé en que estaba vacío; soy un completo idiota.

Poso mi mano sobre la bolsa donde antes habían papas fritas, y ahora se hunde, pues no queda absolutamente nada.

Me levanto de la silla sin saber realmente cómo me estoy sintiendo. ¿Qué hora es?, creo que es una buena pregunta.

El reloj digital sobre la repisa oscura, en el fondo, deslumbra, como si agradeciera mi atención luego de siglos.

Son apenas las ocho de la noche, pensé que sería más tarde. Aún puedo seguir jugando un rato más.

No.

¿No quiero seguir jugando?

Parpadeo repetidamente, mis ojos arden por el tiempo en pantalla. Estiro mis piernas y retiro la capucha de mi cabeza.

Dejo mis cuernos relucir al aire, abriendo con pereza la puerta para salir de allí.

Completamente asfixiado, camino por el pasillo, bajando las escaleras hasta llegar a la cocina. Tomo un trozo de pastel de la nevera.

Me doy un momento para repasar la inmensa casa en la que vivo, las imponentes paredes y las gigantes escaleras. Todo esto para pasarla... bien.

Subo los peldaños de retorno a mi pequeña cueva, aquella que solía ser un mundo entero de habitación.

Cuando camino nuevamente por el pasillo, mis ojos viajan hacia el resto de puertas, cada una personalizada, se ven tan geniales.

¿La última vez que pasé por aquí?, no lo recuerdo.

No vivo solo...

¡Mira, esa tiene florecitas rosas!, probablemente sean falsas, pero la textura es muy realista... estoy acariciando los pétalos en vez de caminar a mi lugar.

Agito la cabeza negando, continúo con mi tarea.

¡Es cierto!, esta tiene stickers de huesos en toda la puerta, sobresalen, pueden hundirse si las presiono; es lo que estoy haciendo.

Esa otra está pintada de colores pasteles, y una gran pancarta de papel se lleva el crédito a su belleza: tiene las huellas de las manos de todos, en pinturas de distintos colores... La morada es la mía.

Río por lo bajo, la puerta siguiente tiene stickers de rana por doquier, la próxima zanahorias, luego abejas.

La penúltima tiene algunos rasguños, está pintada en el centro una enorme calavera con un sombrero. Todo hecho a mano, eso tardó más de dos semanas... Repaso la figura con mi dedo índice. Todavía puedo recordar los pinceles en el suelo y las manchas de color en mi camisa.

Finalmente, llego a mi destino, una puerta de color violeta muy oscuro y destellos lilas muy sutiles, dos cuernitos pintados... Es la única que se mira desgastada.

Por Dios, esa pintura se va a caer un día de estos.

Mis ojos se inundan de pronto, siento que algo se desgarra en mi interior.

Ingreso a mi recámara con rapidez, azotando la vieja puerta.

Me lanzo a mi cama, y rompo a llorar.

💜

¿Cómo están, wanabanines?

Aww, hace tiempo que no subía, siento nostalgia.

Primero que nada: ¡Feliz cumpleaños a nuestro Francisco!

Fran es como el vino 7u7

Quise hacer esta pequeña historia en compensación a que no pude hacer nada por el cumpleaños de Ram (encima perdí todos esos apuntes, no sé cuándo podré recuperarlos TT)

Espero que la disfruten tanto como yo al escribirla, así que sin más, les dejo con el resto de mi trabajo.

¡Gracias por leer!

¡Han Pasado Muchos Meses! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora