Capítulo 14

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Coriolanus se separó de Minerva. Esta, sin saber muy bien qué hacer, se puso a hacer algunos garabatos en su hoja. Pasaron unos minutos en silencio hasta que Ares Blacksail se acercó a donde estaban. Observó a su hermana, a Coriolanus y a Tigris antes de dar un paso al interior del taller.

—Debemos irnos —le avisó a Minerva.

—Sí —aceptó ella.

Coriolanus se quitó el saco y se lo dio a Minerva. Ella le sonrió sin mirarlo, quizá para que su hermano no se diera cuenta de lo mucho que se gustaban, y salió del taller. Coriolanus iba a seguirla, pero sintió la mano de Tigris deteniendolo. Ma y la Abuelatriz se levantaron de la mesa para despedirse de los dos Blacksail.

—Hasta la fiesta —se despidió Minerva.

La frase se le hizo rara a Coriolanus. Aún faltaban un par de días para el evento. ¿Acaso Minerva ya no iría al taller? Miró a Tigris, en busca de respuestas. Ella hizo una señal de que hablarían después y volvieron a cenar como si nada. Recogieron todo y esperaron a que Ma y la Abuelatriz fueran a dormir. Una vez solos, Tigris puso a calentar agua para dos tazas de té.

—Espero que sepas lo que estás haciendo —lo regañó—. Besarla aquí, a metros de su hermano. ¿Quieres que te mate?

—No pude evitarlo —se disculpó Coriolanus—. ¿Entonces, ya no van a regresar al taller?

—Ningún diseñador podrá contactar ni ver a sus patrocinadores —le explicó—. Ares quiere una reacción genuina, sin importar que sea mala o buena, de los diseños finales.

—Eso es muy arriesgado —pensó en voz alta.

—Quizá, pero mucha gente va a verlo. ¿Vas a ayudar con la fiesta?

—Supongo —respondió un tanto inseguro—. Hoy fui con la Dra. Gaul y me fue muy bien. Ares no pudo rechazar nada de mi propuesta, lo que fue ventajoso para mí.

—Estos días intenta concentrarte en ello —le pidió Tigris—. Minerva estará bien, es demasiado inteligente.

Coriolanus aceptó las palabras de su prima y fue a dormir. Podía aguantar dos días sin saber nada de Minerva. Debía concentrarse en la Dra. Gaul, en cómo hacer que su propuesta dejará de dar vueltas en las manos de Ares para que se concretara. Sabía bien qué el evento debía ser un éxito, y sí Ares quería público, él se encargaría de darles un buen espectáculo.

Al día siguiente, Coriolanus se dedicó por completo a hacer que su propuesta cobrará vida. Estaba consciente de que no era lo mismo que con los juegos, pero estaba bastante acercado a lo que quería. Ares había elegido una antigua mansión, casi abandonada, como sede para la fiesta. La entrada iba a ser el lugar donde Lucky Flickerman diera la bienvenida, primero a cada uno de los diseñadores, para después dar lugar a los patrocinadores. Eso sería el inicio del evento para la gente del Capitolio. En la parte de atrás de la mansión, había una pequeña casa donde cada diseñador podía preparar a su patrocinador.

Coriolanus decidió estar tranquilo ante Ares. Lo evitaba lo más que podía, haciendo otro tipo de cosas. Un día antes de la fiesta, Ares lo obligó a armar listados e inventario de cada cosa que entraba y salía, lo puso a acomodar los lugares en los que iría cada invitado y hacerse cargo de la logística con los adornos. Coriolanus ni siquiera se molestó. Estar a cargo de las personas era algo que le gustaba. Gritar órdenes y que las cosas se hicieran a su modo no le venía mal. Además, estaba al tanto de quién y dónde estaría, lo que era demasiado valioso para él. Si algún acomodo no era de su agrado, podía cambiarlo con facilidad. Así fue que escogió una mesa para él con Minerva y Tigris. No podía evitar que Dante o Ares se sentaran con ellos, pero sí podía obligarlos a que lo miraran. Y sí era noche iba como estaba planeado, para ese punto de la noche Minerva sería completamente suya.

Se enfrascó tanto en dejar todo perfecto, ya que él éxito de Ares también sería su éxito que no pensó en Minerva. Cómo bien había dicho Tigris, los diseñadores se mantuvieron lejos de sus patrocinadores, incluida ella que solo salía de su taller en el departamento para comer y beber agua. Ni siquiera él sabía cómo quedaría su saco. No estaba nervioso porque sabía que Minerva era demasiado hábil con las manos y tenía talento. Por eso, a la mañana del evento, se duchó con tranquilidad, se peinó y espero a Tigris para ir juntos al lugar del evento.

La llegada era las 12 pm en punto. Ni un minuto antes, ni un minuto después. El evento era tan grande e importante que todas las actividades dentro del Capitolio se acabarían a las 5, que era la hora en la que el programa de Lucky comenzaría. Coriolanus, al hacerse cargo de la logística del evento, había dispuesto un lugar especial para el conductor donde pudiera hacer entrevistas y halagar a los invitados. Cómo bien le prometió, tendría la gran exclusiva del evento con cámaras detrás de bambalinas y otras más en ciertos lugares públicos dentro de la mansión. Su experiencia en los Juegos le sirvió para saber lo que a la gente más le gustaba, pero sin dejar de lado la privacidad que a los patrocinadores les gustaría tener. Sabía muy bien cómo se movían las clases poderosas del capitolio y parte de la lista incluía un grupo muy selecto de personas que estaban al servicio de los invitados. Quizá eso le daría la oportunidad de estar con Minerva. Pensar en ella hizo que se le formará un hueco en el estómago. ¿Cómo luciría? ¿Estaría ya en su espacio, preparando a Dante?

—No puedo entrar —le dijo un hombre vestido todo de negro.

—Soy Coriolanus Snow —le indicó él—. Ella es mi prima, Tigris.

—Ella sí puede pasar —indicó el hombre—. Usted no.

—Soy parte del desfile, yo fui quien ayudó a organizar todo.

—Solo sigo órdenes del señor Blacksail —le indicó el hombre.

—Está bien —dijo, mirando a Tigris—. Tu ve a prepararte. Yo soluciono esto. 

Snow lands on topDonde viven las historias. Descúbrelo ahora