Capítulo 23

1.9K 118 69
                                    

Atención: Este capítulo puede ser sensible para algunos lectores, contiene escenas fuertes y temas delicados .

Capítulo 23: No encierres tus sentimientos en el Sótano.

Me mira de pies a cabeza, por su expresión preocupada puedo distinguir que está revisando que esté bien, viva y en una sola pieza. Me recuerda a cuando nos conocimos, esa noche en una fiesta, un chico quiso propasarse conmigo y de la nada apareció Aspen. Lo recuerdo como si hubiera sido ayer, parecía estar muy preocupado por una chica que no conocía y cuando llegó la policía, me cargó en su hombro y luego me acompañó a casa. Esa noche no había podido dormir de lo conmocionada que estaba, un chico como él fijándose en una nerd como yo, era algo sacado de un libro

Ese año había vivido mi propio libro de romance, había sido todo lo que siempre soñé, lo que cualquier lectora amaría vivir.

La mano que sostiene su celular, baja lentamente a la vez que sus ojos suben y bajan rápidamente por mi cuerpo. Derek tiene la misma ropa que anoche, con algunas manchas de sangre y está algo amugada, tiene el cabello desordenado y parece que no durmió nada

Aunque en aspecto, estoy segura de que yo le gano en todos sentidos. Al salir del hospital, la mitad de mi cuerpo parecía una momia recién salida del sarcófago, pero cuando subí al auto me deshice de las más exageradas y menos necesarias.

Sus ojos se fijan en mi mano, en donde el boleto que Ethan me dio, descansa entre mis dedos. Lo presiono arrugándolo y lo escondo detrás de mí, aunque sé que ya lo vio y que sabe lo que significa.

–No estoy de humor para ha...– no termino la oración.

De un momento a otro Derek camina rápidamente, el celular cae al suelo y antes de que este impacte, él está rodeándome con sus brazos.

Su cuerpo me envuelve y puedo sentir el calor que irradia, el perfume que aún se percibe se mete en mi sistema y desconecto con el mundo. Vuelvo a California, a una noche en específico, la noche en la que le conté todos mis miedos y preocupaciones, estábamos ambos recostados en la arena. Después de soltar todo, desnudarme ante él, empecé a llorar desconsoladamente, nunca me había sentido que pudiera hablar sobre eso con nadie, ni amigos, ni familia, nadie.

Pero él no se lo pensó dos veces y me abrazó, pasamos minutos y casi horas así. No me sentí juzgada, me sentí feliz porque por fin había encontrado a alguien que estuviera ahí, siempre para mi. Alguien a quien pudiera contarle todas mis preocupaciones, mostrarle mis mayores defectos sin que me criticara o se alejara por ellos.

Él era más que mi novio, era mi mejor amigo.

Oculto mi rostro en su pecho y lo abrazo. Porque extrañaba este sentimiento, porque a pesar de todo lo que pasó, de todo lo que hizo se, de alguna forma, que lo que vivimos esa noche no era falso. O al menos me gustaría pensarlo de ese modo. Estos últimos meses he pasado por muchas cosas, más de las que me gustaría admitir, pero al parecer nadie lo noto o mejor dicho, no deje ver cuán cansada estaba de todo.

Respiro profundamente y hago lo que tendría que haber hecho anoche, en el hospital o en el auto de Nate.

Lloro.

–Lo siento, Cariño.– se le quiebra la voz.

Estaba asustada, tenía miedo y me lo tuve que guardar y no solo estoy hablando de anoche.

–Te fuiste, me dejaste allí sola. Tenía miedo y tú no estabas ahí.– logró articular en medio del llanto.

Esa noche a pesar de estar ebria y al parecer drogada, era consciente de todo lo que pasaba. De Jake sobre mi, rompiendo mi ropa en medio de ese callejón vacío, mis gritos que fueron callados por su mano y su tétrica sonrisa.

SerendipityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora