Capítulo 25

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Capítulo 25: Una cita para olvidar.

–Estás lista.– festeja Naomi con un bailecito de lo más extraño. –Si ese chico no te lleva a casa esta noche, Nate lo hará.

Sophie levanta las cejas de forma provocativa con una enorme sonrisa socarrona. Es increible como se complotan para que Nate y yo salgamos, hace un mes que Naomi insinúa que yo debería dar el primer paso cuando en secreto Shopie hace lo mismo con Nate. Ambos las escuchamos conspirar en nuestra contra, hacer que yo choqué contra él accidentalmente o que de alguna forma él me compre flores o chocolates.

Pero nada de lo que hacen funciona y es divertido verlas intentarlo.

–¿Qué hay entre ustedes?– pregunta ella.

Sophie empieza a guardar sus cosas mientras se mira al espejo, se arregla el brillo labial y el olor a cereza se dispara por el aire, reemplazando el olor espantoso que siempre habita en el baño. Todos tenemos un turno para limpiar los baños, pero aunque cayera una bomba nuclear aquí dentro, los escombros seguirán oliendo igual.

Naomi sale del baño cuando escucha que Nate la llama, pero antes de salir promete que la conversación no termina aquí y sé que esta conversación apenas comienza, esta chica me seguiría hasta el fin del mundo para obtener la verdad.

El celular de Sophie empieza a sonar con una canción de rock, lo cual no pega nada con ella. Sophie es rubia, le encanta el maquillaje y es muy alegre, le gritó a una señora en la calle por arrastrar a su perro por el cuello, detuvo el tránsito cuando una señora casi es atropellada y le compro dulces a unos niños de la calle que estaban pegados a la vidriera de una dulcería.

Ella es fuerte y valiente, Nate la llama espresso. Dice que es como una taza de cafe negro que te da fuerza para superar el dia, ella nos da energia en malos momentos y nos divierte con sus malos chistes de los que nadie, a excepción, se rie y nosotros nos reimos de su risa. Nos anima cuando lo necesitamos y nos pregunta si necesitamos ayuda con algo, a veces hasta las cosas más tontas e insignificantes.

–No hay nada, digamos que tuve un accidente y él me llevó al hospital. Por eso falté una semana y él me cubrió mientras yo hacía reposo, es solo un amigo.– contestó a su pregunta cuando ella cuelga la llamada.

Sophie me abre los ojos y voltea a verme sorprendida.

–¿Pero estas bien? ¿Fue grave?– se abalanza hacia mí de golpe y empieza a revisarme.

Pero se detiene cuando su celular empieza a sonar nuevamente. Como estoy a unos centímetros de ella, puedo ver la pantalla de su celular: Número Privado.

Por alguna razón la respiración se me acelera y el corazón empieza a latir cada vez más rápido al punto que siento los latidos en mis oídos. Mis manos empiezan a temblar e intentó tragar saliva pero el nudo en mi garganta me hace la tarea difícil; empiezo a morder mi labio de forma inconsciente y este empieza a doler pero me trae a la realidad evitando que me de una crisis.

Sophie no nota mi cambio de actitud y contesta con una ceja levantada.

–¿Hola?– pregunta curiosa, mientras mira sus tenis.

Empieza a repiquetear uno de ellos contra el suelo mientras pasa su mano libre por sus rizos. Su expresión cambia a sorpresa y sus ojos me encuentran en cuestión de segundos, lo que me hace retroceder un paso, como si supiera lo que se avecina.

–Es para ti.– murmura, entregandome su celular.

Su valentía parece que se evaporó, porque veo algo que nunca vi en sus ojos, temor y duda. Y eso activa un interruptor en mi que siempre está alerta, algo que pienso que algún día va a desvanecerse pero termina apuñalandome por la espalda.

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