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Cuando la idea de asistir a un club un viernes por la noche en el centro de la cuidad se presentó frente a nuestras narices, lo último que se me pasó por la cabeza fue que terminaría expulsada del mismo club por uno de los gorilas, con el cabello hecho un desastre y la mitad del maquillaje corrido.

No suelo meterme en problemas, mucho menos peleas públicas en las que terminen en golpizas. Pero si la hermana menor del ex de mi mejor amiga se propone a hacerle la vida imposible, no solo dentro del campus que eso ya es mucho que decir, sino también fuera de el, se convierte en personal para mí. Aun sumando el hecho de que volcara todo el contenido de su bebida dulce y fluorescente en su vestido nuevo. Fue la razón o tal vez excusa que necesité para lanzarme sobre ella como un depredador y tirar su largo cabello castaño hasta donde mis brazos lo permitieron. Mi sororidad tiene un límite y ese es cuando una niña intenta meterse con mi mejor amiga sin importarle las consecuencias.

Me tiene sorprendida, considerando su carácter, que se dejara menospreciar de esa manera. Siempre intentando mantener la paz con ella, porque, según argumenta, tiene tanto amor hacia su ex novio que no quiere arruinar las cosas por culpa de su celosa hermana.

De cualquier forma, la única que echaron del club después de todo el alboroto que se armó fue a mí y un chico que en algún momento se metió en la pelea, seguramente para separarnos.

Me aliso el vestido con la mano y trato de que la gravedad ayude a volver mi cabello a su sitio. Siento un par de punzadas en el cuero cabelludo. Espero que no me haya sacado mechones de cabello que dejasen un hueco enorme. Miro al gorila que no parece cambiar su expresión ceñuda. Agarro el celular con las manos y tecleo rápido un mensaje a Eris ahorrándome los insultos hacia el gorila y la hermana fastidiosa, anunciando que me encuentro fuera del club esperándole.

Veo de reojo al chico a mi lado que se toca el labio con el ceño fruncido, respira agitado y no deja de moverse de un lado a otro, como si estuviera fastidiado con la persona que le ha provocado toda esa escena. Si no fuera porque la adrenalina aún corre por mis venas de forma latente, estoy segura que estaría envuelta en una vergüenza descomunal, ofreciéndole disculpas y ayuda para curar su labio. Sin embargo, lo único que quiero es que Eris salga por esa puerta para largarnos de este lugar.

El móvil vibra entre mis dedos. Un mensaje simple:

Estoy con Jace, adelántate y busca el auto.
Eris.

Aprieto los dientes con fuerza porque detesto tener que esperar a Eris cuando se encuentra en los brazos de Jace, sin embargo, una voz en mi cabeza grita que no debe ser una de sus largas charlas donde reflexionan el porqué de su ruptura y se besan; esta tal vez tiene de protagonista a Odette, su hermana, y a mí.

Miro en dirección al chico que ahora se encuentra escrutándome con el celeste de sus ojos. Sus gruesas cejas rectas se unen en el medio y su labio fruncido delata un sube hoyuelo del lado izquierdo. Se ve enojado pero sus ojos tienen un brillo que no puedo descifrar.

—Gracias por esto —dice con sarcasmo y se señala el labio en un mohín. Se gira para darme la espalda y se aleja del club a paso lento.

—Sí, ¡de nada! —grito para que sea capaz de escucharme, y aunque está de espalda levanto el dedo medio de mi mano con fastidio—. Idiota.

Nadie le pidió que interviniera en una pelea que desde un principio debía ocurrir. Lo mínimo que podría hacer, después de que se involucra voluntariamente, es mostrar algo de empatía a la chica enmarañada, con punzada en el cuero cabelludo, la piel rota y sensible en los brazos y el maquillaje corrido por doquier.

Saco de mi bolsa de mano un pequeño espejo y comienzo a caminar directo a mi auto. Miro el rímel corrido y me pregunto si sería buena idea comenzar a utilizar uno aprueba de agua, sin embargo, me recuerdo que debería gastar más dinero en productos para desmaquillarme, y además mantenerlas sanas. Mojo mi dedo con saliva y me retiro algo del contenido sobre mis mejillas, refunfuñando sobre lo idiota que fui al actuar así, pero, sobre todo, con Jace. De todos los clubes de la cuidad debía caer justo en el mismo donde estábamos nosotras dos, y como cereza del pastel llevar a su insoportable hermana.

Easy © » ᴹⁱⁿ ʸᵒᵒⁿᵍⁱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora