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Me dejo caer una vez más sobre el respaldar de la silla de mi escritorio. Estiro los brazos y hago crujir unos cuantos huesos de mi columna vertebral. Vuelvo mi vista una vez más a la cama hecha de Eris. Cuando llegue por la tarde de ayer, no estaba, me mandó un mensaje minutos después que había salido con un tipo de ingeniería. Supuse que volvería a más tardar medianoche, pero me escribió que pasaría la noche con él y por la tarde iría a lo de Marlet para dejarme la habitación a solas.

Comencé a creer que se debía a mi pequeña reunión con su ex novio, sin embargo, agradecí que incluyera en su último mensaje que aún debía contarle lo sucedido. Tuve que guardar la comida que le había traído en nuestra pequeña nevera de la habitación, con la esperanza de que deseara comerla después.

Miro el reloj a un lado de mi cama, marca las cinco con cuarenta y cinco de la tarde. Llevo viendo el aparato más de cincuenta veces en lo que lleva la media hora. Se hace eterno y ni siquiera sé si es del tipo de chico que llega a tiempo o los que hacen una entrada tardía y llena de excusas.

Sacudo mi cabello húmedo y miro mi laptop justo a tiempo cuando me llega una notificación de un nuevo correo electrónico. Sonrío al ver el nombre del Sr. Min sobre el remitente. Ayer por la tarde le mandé un informe medianamente largo para que me dé su seguimiento y ya me lo ha respondido.

Srta. Harrison
Le mando de vuelta el informe con un par de correcciones. En general, el tema que ha elegido es difícil de defender ante un informe de este tipo, lo ha hecho de maravilla, sin embargo.

No hay necesidad de alargar más información y comenzar con las conclusiones. No te olvides de los anexos que es un punto muy importante.
Me gustaría que al terminarlo me envíe una copia y así darle las últimas correcciones antes de que lo entregue.
Le deseo un buen fin de semana.
Min.

Sonrío como una tonta porque me ha halagado de una forma bonita y educada, porque hace tiempo que nadie se toma el tiempo de decirme algo como «lo estás haciendo bien, sigue adelante», cuando se trata de los estudios, en vez de eso lo único que escucho últimamente es «Diviértete», «los estudios no son lo único», «¿puedes dejar de ser una come libros una vez en tu vida?».

Me comprometo a buscar al señor Min en persona y darle en agradecimiento por todo lo que hace por mí algún tipo de canasta con panecillos. Tendré que llamarle a mi madre y pedirle concejos sobre qué regalo trasmitiría un claro gracias sin parecer un soborno. Ella es una experta en dar regalos con diferentes intenciones sin que se lo tomen a mal.

Descargo el archivo y comienzo a leer con detenimiento las correcciones que me ha marcado con rojo, los consejos y sugerencias. Saco mi libreta y comienzo a anotar un par de autores que me ha dejado para que le eche un último vistazo antes de dar por finalizada toda la información y empezar con la conclusión.

La puerta es golpeada con suavidad. Miro el reloj de mesa para verificar la hora y este marca las cinco y cincuenta y ocho. Me levanto confundida repasando el itinerario que debo seguir la semana entrante y así hacer espacio para visitar la biblioteca una vez más. Abro la puerta sin quitar mi ceño fruncido por esta abrupta interrupción.

No llevo la cuenta de cuantas veces he chocado con su mirada azulada, solo sé que cada una de esas veces, parece como si fuera la primera. Supongo que es su mirada la que en realidad me causa escalofríos. Viste con un pantalón deportivo negro, una sudadera y encima una chaqueta gruesa del mismo color. Me pregunto si su closet se compone solamente de prendas negras.

Easy © » ᴹⁱⁿ ʸᵒᵒⁿᵍⁱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora