Lee Felix es un omega que está acostumbrado a tener siempre una cuchara de oro en la boca, nunca ha hecho nada demasiado arduo y su único deber es ser el rostro artístico de la gran empresa de perfumes que manejaban su hermana y su padre.
Felix no s...
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El omega de hebras rubias observó sus alrededores con ojos tan brillantes como estrellas, su aroma se intensificó, deleitando al alfa que lo acompañaba, su esposo.
Las manos de ambos se encontraban entrelazadas mientras visitaban las concurridas calles de Japón, esta vez la pareja había decidido visitar este sitio en lugar de Okinawa.
Las calles se encontraban llenas de gente, había muchas tiendas y edificios modernos, era hermoso, pero a Chan le parecía más hermosa la sonrisa de su omega.
El rubio se encontraba vistiendo una camisa manga larga azul cielo y un pulcro pantalón blanco, junto a estos unos mocasines negros, en su muñeca el reloj que le había regalado su alfa, en su cuello el collar con sus iniciales, había decidido no llevar la pulsera ya que esta era más delicada y no quería perderla o que la robaran.
Chan también portaba con orgullo su collar y reloj, algunos transeúntes miraban a la pareja, unos con envidia, otros con felicidad de ver a tan amorosa pareja.
Ambos se detuvieron frente a un café, este se veía elegante y acogedor, bastante bonito, al ingresar inmediatamente llegó a sus fosas nasales el delicioso aroma del café y diversos pasteles, en el mostrador había varios tipos de postres y galletas, también panes.
La pareja de esposos se sentó en una de las mesas, pronto se les acercó una camarera omega con un menú en la mano, se los entregó a ambos con una sonrisa y se retiró hacia el mostrador con una reverencia.
Felix revisó el menú con entusiasmo, claramente, todo estaba en japonés, no tuvo problemas con entender pues sabía el idioma, durante sus descansos de modelaje tomaba clases de diferentes idiomas, además de japonés, sabía inglés, chino y un poco de español.
Chan, gracias a su trabajo como político, conocía diversos idiomas por lo que tampoco le fue problema el entenderlo. El omega estaba emocionado, su aroma a nuez moscada y durazno se intensificó ligeramente a causa de su alegría.
El pelinegro emitió una risita.
— ¿Encontraste algo para comer que fuera de tu agrado? —El rubio asintió repetidas veces, su esponjoso cabello rubio dio un ligero salto.
— Quiero café helado y este parfait de chocolate y crema. —dijo con emoción, desde su último viaje a Okinawa no probaba aquel postre, en aquel entonces había comprado uno de fresas y había sido de su agrado por lo que optó por elegir el mismo postre, pero de otro sabor.
— Entiendo. —El alfa hizo una señal a la camarera, la chica se acercó a ellos con una agradable sonrisa, con una pequeña libreta en mano preguntó por sus pedidos.
— Un parfait de chocolate, un café helado y un pay de limón. —dijo con una leve sonrisa sus pedidos, la joven omega asintió y anotó sus pedidos, luego se retiró con una reverencia para pedir en la cocina que preparen el pedido.
